Aprender a viajar por el espacio en la Antártida
En la estación Concordia, una instalación de investigación franco-italiana construida a 3.233 metros sobre el nivel del mar en un lugar llamado Domo C de la meseta antártica, científicos de la Agencia Espacial Europea (ESA) investigan los efectos de las misiones espaciales largas. La estación está más alejada que la Estación Espacial Internacional: los humanos más cercanos se encuentran a 600 kilómetros.
© Chris Danals, National Science Foundation, vía Wikimedia Commons
Aislamiento, confinamiento, aire muy seco, sin acceso a suministros, peligro, condiciones meteorológicas extremas, la monotonía de la vida cotidiana. Salvo por la falta de gravedad, vivir en la Antártida es lo más parecido a un largo viaje a Marte, por ejemplo.
Los ciclos anormales de día y luz causan un gran impacto en los humanos, y los científicos utilizan la Antártida para estudiar sus efectos y cómo prevenirlos.
Toda la noche/todo el día
Durante el verano en la Antártida, el cielo nunca está oscuro. Alrededor del solsticio de verano, si las condiciones meteorológicas lo permiten, el sol es visible las 24 horas del día. En los meses de invierno ocurre lo contrario. La falta de oscuridad y la larga noche afectan a los ritmos circadianos humanos, que son cambios físicos, mentales y de comportamiento que siguen un ciclo de aproximadamente 24 horas. Las hormonas pueden desestabilizarse sin las señales habituales que indican el día y la noche.
En las regiones polares sólo se ha estudiado de forma intensiva a un pequeño número de sujetos, ya que no hay población autóctona en la Antártida para poder realizar un estudio a largo plazo, pero hay muchos trabajos que se centran en el personal civil y militar que pasa los inviernos bajo el círculo polar antártico. Las investigaciones se centraron primero en la adaptación al ambiente frío, pero más tarde los científicos descubrieron que la falta de luz solar natural en invierno y el exceso de luz natural en verano eran probablemente de mayor importancia.
Cómo reducir el impacto de los ciclos anormales de luz
En los días de verano, es muy fácil permanecer despierto y alerta durante 24 horas sin acordarse de dormir. En invierno, aparece el trastorno afectivo estacional. En un proceso lento y progresivo, el agotamiento embota los sentidos y ralentiza las reacciones. En un lugar extremo como la Antártida, simplemente no puedes permitírtelo.
¿Qué se puede hacer para evitarlo?
- Abrigarse: Puede parecer obvio, pero el uso de ropa protectora adecuada reducirá la exposición al frío extremo y evitará los cambios bruscos de temperatura.
- Cómete las verduras (congeladas): Las comidas marcan el ritmo del día. Es un momento no sólo para ingerir la tan necesaria nutrición, sino también para conocer a otras personas y socializar. El cocinero es probablemente una de las personas más importantes de una estación, sin lugar a dudas.
- Cumplir el horario: En las bases antárticas británicas, es obligatorio tener un día estructurado con periodos fijos para comer, trabajar y dormir. Lo mismo ocurre en la mayoría de las bases y estaciones de investigación, y también en los buques. Los buques de Oceanwide Expeditions pueden ser un poco más relajados en el sentido de que el horario no es obligatorio, pero los médicos y los jefes de expedición animarán a los pasajeros a cumplir el horario y mantener una rutina para evitar problemas de sueño y otros problemas de salud.
- Husos horarios: Dado que en la Antártida no hay zonas horarias establecidas y que pueden cambiarse por conveniencia, se puede cambiar entre zonas horarias muy, muy diferentes en cuestión de minutos, lo que puede ser muy confuso para la mente y el cuerpo. Para evitarlo, los barcos suelen mantener el huso horario de su punto de partida en el continente.
Por debajo del círculo polar antártico, la naturaleza toma el control y los humanos sólo tenemos que rendirnos y seguir su ejemplo.