OTL11-24, cuaderno de viaje, Spitsbergen - Noreste de Groenlandia - Aurora Boreal, incluyendo largas caminatas

¡Por fin! Había llegado el día, era hora de embarcar en nuestro nuevo hogar para nuestra recién iniciada expedición, ¡el Ortelius! Llegamos al puerto de Coal Harbour en Longyearbyen con aguas tranquilas. Algunos de nosotros sólo habíamos desembarcado unas horas antes y ahora estábamos a punto de comenzar nuestra aventura a bordo del M/V Ortelius. La mayor parte de nuestro equipaje llegó junto con la mayoría de nosotros. Mientras esperábamos en el muelle y nos familiarizábamos con otros pasajeros y tomábamos las primeras fotos de nuestro nuevo "hogar" para las próximas dos semanas, el Equipo de Expedición subió todo nuestro equipaje a bordo. Poco después subimos por la pasarela.

Toda la tripulación y el personal nos dieron una calurosa bienvenida y nos ayudaron a encontrar nuestros camarotes. Con algo de tiempo, exploramos el barco para orientarnos y tomar un té o un café en el bar. Una vez que todo el mundo estuvo a bordo, llegó el momento del vídeo de seguridad obligatorio del barco y de la sesión informativa presentada por la Líder de Expedición Florence y el Oficial Jefe Sjoerd. Nos dieron toda la información que necesitábamos, como movernos con seguridad por el barco, las cosas que podíamos y no podíamos hacer y cómo ponernos los chalecos salvavidas de emergencia. Una vez aprendido todo esto, llegó el momento de realizar un simulacro de abandono del buque, así que después de oír siete toques cortos y uno largo de la bocina del barco, fuimos a nuestros camarotes, nos pusimos los chalecos salvavidas y nos dirigimos a nuestro puesto de reunión en el bar. Luego nos llevaron a nuestros botes salvavidas para que supiéramos dónde ir en caso de una emergencia real.

Tras el simulacro nos dirigimos al bar, donde la Directora del Hotel, Karolina, y la Jefa de Expedición, Florence, nos dieron la bienvenida. Una vez concluidas las formalidades del briefing, llegó el momento de unirnos al capitán Per en el bar para brindar por el viaje. Después llegó el momento de nuestra primera cena, con un delicioso bufé a cargo del chef Heinz y su equipo de cocina, servido por nuestro amable personal de comedor. Después de cenar nos dieron las botas de agua que usaríamos para bajar a tierra; cómodas pero también, y muy importante, impermeables para nuestros mojados desembarcos en zodiac

Tras un largo día de viaje, la mayoría de nosotros nos fuimos a la cama a descansar. Salimos de Isfjorden en dirección norte por la costa occidental de Spitsbergen.

Nos despertamos en nuestro primer día a bordo del M/V Ortelius con la agradable y suave voz de nuestra Líder de Expedición Florence. El barco navegaba lentamente hacia las aguas mucho más tranquilas del Krossfjorden, en el noroeste de Spitsbergen. Durante la noche una pequeña tormenta había azotado la costa occidental de Svalbard, y fuimos testigos de algunos balanceos y movimientos incómodos. Ahora, dentro de las aguas protegidas de los fiordos occidentales de Spitsbergen, la navegación era mucho más agradable.

La niebla y las nubes bajas cubrían los picos más altos que salpicaban la costa, dando un ambiente surrealista y espeluznante. Pronto se sirvió el desayuno, y rápidamente salimos para tomar algunas fotos de los primeros glaciares y montañas de nuestro viaje. A estribor, pasamos por Fjortende Julibukta, con su glaciar de marea terminando su carrera hacia las gélidas aguas de Krossfjorden.

Nos esperaba una mañana de sesiones informativas en las que aprendimos sobre la normativa AECO en el Ártico, la seguridad de los osos polares y las operaciones con zodiacs. Después pudimos disfrutar por fin de unas bonitas vistas desde las cubiertas exteriores cuando llegamos al final del fiordo. Justo delante de nuestros ojos, la extensa pared del glaciar Lilliehöökbreen cubría todo el paisaje alrededor del barco. Este enorme frente glaciar se compone de diferentes flujos que conectan la parte superior de Isachsenfonna y descargan hielo glaciar en la boca del fiordo. Frente a nosotros se veían claramente las diferentes morrenas medias con sus impresionantes cantidades de sedimentos que eran arrastrados como cintas transportadoras bajo el constante, pero lento, movimiento del glaciar. Con un frente de 7 kilómetros de ancho y de 40 a 50 m de altura, este enorme río de hielo es uno de los más impresionantes de este lado del archipiélago ártico.

El M/V Ortelius navegó por el fiordo en el sentido de las agujas del reloj, antes de reanudar su rumbo hacia el sur, hacia la entrada del Kongsfjorden. Sin duda, otro lugar emblemático de Svalbard bien conocido por sus aspectos históricos y que sigue manteniendo su importancia científica hasta nuestros días.

Ny-Ǻlesund se fundó en 1917 como asentamiento minero, principalmente para la extracción de carbón, y adquirió su importancia durante la segunda parte de la década de 1920. El lugar fue utilizado por Roald Amundsen en su primer intento fallido de sobrevolar el Polo Norte en 1925, utilizando dos lanchas voladoras Dornier Wal. Un año después, el famoso explorador polar noruego regresó al asentamiento más septentrional de Svalbard con otro avión. El gobierno noruego había llegado a un acuerdo con una empresa italiana dirigida por el ingeniero aeronáutico Umberto Nobile, que había diseñado y construido el primer dirigible de su clase, llamado N1. El aventurero estadounidense Lincoln Ellsworth había aportado la financiación para dirigir la expedición que intentaría el primer vuelo sobre el Polo Norte geográfico.

Los tres hombres se reunieron el 11 de mayo de 1926 en el pequeño asentamiento minero donde se había construido un hangar para albergar la aeronave y el mástil de 35 metros que aún hoy podemos observar. El dirigible fue rebautizado como Norge y estaba listo para despegar y hacer historia. En 72 horas, el Norge sobrevoló el Polo Norte empujado por vientos favorables y buen tiempo. Sobre el Polo Norte geográfico, se arriaron las banderas de Italia, Noruega y Estados Unidos. No se produjo ningún aterrizaje, y la aeronave llegó a Teller, Alaska, sin problemas. Amundsen había hecho historia al ser el primer hombre en alcanzar tanto el Polo Sur como el Polo Norte.

Un par de años más tarde, Nobile y sus hombres regresaron a Ny-Ǻlesund con un segundo dirigible, el N2, que adoptó el nombre de Italia. En esta ocasión, la expedición sufrió algunos percances y el Italia se estrelló en la banquisa al norte de Svalbard, cerca de Nordaustlandet. En un intento de rescatar a su compañero, Amundsen despegó de Tromsø con su avión y nunca más se le volvió a ver.

En la actualidad, Ny-Ǻlesund aún conserva la huella de su pasado histórico. El trenecito con pocos vagones para el transporte de carbón nos dio la bienvenida cerca del embarcadero y, al entrar en la ciudad y pasar junto al museo, acabamos cerca del busto de Amundsen, que conmemora a este importante explorador noruego. Algunos de nosotros disfrutamos de fotos en la estación china del Río Amarillo, mientras que otros dimos un paseo fuera de los límites del asentamiento acompañados por dos guías armados hasta el mástil que, hace más de cien años, había sostenido al Norge antes de su histórico viaje sobre el Polo Norte.

Una tarde encantadora antes de volver al barco para el primer resumen diario, seguido de la cena y la primera señal de que la travesía hacia Groenlandia había comenzado

Hoy salimos de Svalbard con el MV Ortelius para nuestro viaje a través del estrecho de Fram hacia Groenlandia. Una vez que el buque ha abandonado el fiordo, ya se empiezan a sentir las rápidas corrientes y el fuerte oleaje. Cuando se abrió el desayuno, algunos de nosotros aún estábamos en nuestros camarotes intentando acostumbrarnos al vaivén del barco. Por suerte, el comedor estaba lleno y la mayoría estábamos muy orgullosos de nuestro físico de no mareados.

Después del desayuno, Marco presentó en el bar una visión de Groenlandia con su Parque Nacional del Noreste y Scoresby Sund a nuestros pasajeros internacionales. Compartió apasionadamente sus conocimientos sobre geología, geografía y glaciología. Todo el mundo estaba entusiasmado con el próximo destino que íbamos a visitar, así que ¡a bailar! Mientras tanto, en la sala de conferencias, Rao presentó a los pasajeros que hablaban mandarín el proceso de formación del hielo marino y su importancia en el clima y el ecosistema. Muchos de nosotros, que éramos muy tímidos para hacer preguntas al principio del viaje, empezamos a abrir nuestras mentes después de escuchar las conferencias. Poco a poco nos interesamos más por nuestro entorno y empezamos a verlo y a pensar en él desde una perspectiva diferente.

En este viaje había muchos entusiastas de la fotografía con sus objetivos largos, y Martin les aportó nueva inspiración y ángulos desde los que disparar. De los paisajes a la vida salvaje, de los osos polares a las aves marinas. Por la tarde, la dura brisa marina del océano Ártico ya se podía sentir en el exterior. Aunque sólo se veía el océano, algunos sensibles y curiosos se dieron cuenta de que no estábamos demasiado lejos del hielo.

A medida que amainaba la intensidad del oleaje por la tarde, y Elizabeth daba su conferencia sobre mamíferos marinos para todos nosotros, era evidente que más gente se estaba adaptando a la frecuencia de las oscilaciones del buque. Fue estupendo pasar una tarde en la que la gente pasó de no saber nada sobre los cetáceos a hacer todo tipo de preguntas novedosas y nuevas ideas sobre su comprensión. Tras la conferencia, la gente acudió al puente y a las cubiertas exteriores para unirse a nosotros mientras intentábamos encontrar "huellas de ballenas" y "fuentes marinas" inusuales en la superficie.

Por supuesto, en este punto, los amantes de las aves no se quedaron atrás y siguieron a Martin en la heliplataforma de la parte trasera del barco. Allí observaron y fotografiaron las marcas de planeo de los fulmares y a las ocupadas gaviota tridáctilas alimentándose. Por la noche, antes de la cena, tuvimos una sesión informativa de recapitulación y planificación para mañana. Después de que Florence anunciara el programa para el día siguiente, Martin y Rao destacaron la acción de la circulación termohalina en las Pardelas y el Estrecho de Forward.

La mañana comenzó con una quietud casi surrealista. Nos despertamos rodeados de una vasta extensión de hielo marino, el mundo exterior pintado en tonos blancos y azules. En el aire se respiraba una excitación eléctrica, incluso antes de despertarnos oficialmente ya habíamos visto un oso polar en el hielo

Nos apresuramos a salir, con el aliento visible en el aire fresco del Ártico, ansiosos por echar un vistazo a esta majestuosa criatura. El barco se movía despacio, con cuidado, para no molestar al oso que dormía sobre un trozo de hielo flotante. Desde nuestro punto de vista, vimos cómo la osa levantaba de vez en cuando la cabeza y nos lanzaba una mirada somnolienta antes de volver a posarse. Parecía casi juguetona, rodando sobre su espalda y mostrándonos perezosamente sus enormes patas, como si supiera que tenía público.

El tiempo parecía estirarse mientras la observábamos, cada momento lleno de asombro. Pero entonces ocurrió algo extraordinario: la osa sintió curiosidad. Lentamente, empezó a acercarse al barco, con su poderoso cuerpo atravesando el hielo con facilidad. A medida que se acercaba, nuestra emoción aumentaba. Se acercaba cada vez más hasta que, en un momento dado, estaba tan cerca que ya no podíamos verla desde la cubierta. Fue un momento de pura conexión, como si la osa hubiera decidido saludarnos a su manera.

Durante cuatro horas nos quedamos paralizados, compartiendo este extraordinario encuentro. Fue un privilegio, una experiencia que nos dejó a todos eufóricos y profundamente conmovidos. Justo cuando pensábamos que el día no podía ser mejor, sonó un anuncio por megafonía: se iba a servir chocolate caliente y Baileys en la cubierta del timón. Nos reímos incrédulos, ¿podía ser real este día?

La tarde no sólo fue relajante. Charlotte, nuestra especialista en osos, dio una conferencia sobre la biología y anatomía de los osos polares, su pasión por estos increíbles animales brillaba en cada palabra. Fue fascinante aprender más sobre la osa que acabábamos de observar, lo que nos hizo apreciar aún más su fuerza y resistencia. Al final del día, nos reunimos para recapitular, ansiosos por conocer los planes para las aventuras de mañana. Otra deliciosa cena puso el broche de oro a un día que parecía un sueño. Pero no era un sueño: era el Ártico, en todo su esplendor salvaje e impresionante. Y tuvimos la suerte de formar parte de él, aunque sólo fuera por un rato.

Hoy empezamos despacio, miramos por la ventana y la niebla se alineaba en el horizonte, así que fuimos a desayunar para reponer fuerzas. Después del desayuno, Beth nos dio una fascinante conferencia sobre la geología del noreste de Groenlandia. Después de comer, Martin nos dio una magnífica conferencia sobre las aves del Ártico. Realmente es un experto en su tema. El equipo de expedición nos ofreció un documental sobre las regiones polares acompañado de palomitas Por desgracia, algunos de nosotros estábamos mareados, así que dormimos e intentamos sentirnos mejor. Terminamos el día con una recapitulación y otra deliciosa cena.

Hoy era nuestro primer día en tierra firme en Groenlandia oriental Algo que celebrar, ya que habíamos cruzado con éxito el Mar de Groenlandia y el Estrecho de Fram desde Svalbard hasta Groenlandia Oriental. Continuamos nuestro viaje hacia el sur atravesando Davy Sund y la apertura del fiordo Kong Oscar. Nos dirigimos a Scoresby Land, una zona del este de Groenlandia que lleva el nombre del explorador inglés William Scoresby, que cartografió detalladamente los alrededores y los fiordos durante una expedición en 1822. Luego continuamos hacia el fiordo Fleming, llamado así por el erudito escocés John Fleming, que fue naturalista, zoólogo y geólogo. Participó en la descripción de muchas especies de moluscos, que se relacionan con el fiordo Fleming por la cantidad de fósiles hallados en él. El fiordo Fleming también se conoce como "Formación del fiordo Fleming", que en el mundo geológico es una formación conocida con sedimentos terrestres y gran abundancia de contenido fósil, incluidos dinosaurios y otras rocas que datan del periodo Triásico.

Nos levantamos a las 07:45 con el encantador sonido del despertador de la jefa de expedición Florence antes de dirigirnos al restaurante para tomar un delicioso desayuno. La primera caminata larga del viaje comenzó temprano y nos regaló el avistamiento del primer buey almizclero del viaje.

También tuvimos una caminata fotográfica, dirigida por el guía de expedición Martin, y centrada en las plantas y los impresionantes colores de la ladera y las playas. Los paseos medios también ofrecían preciosas vistas del fiordo a diferentes alturas. Los excursionistas de playa, los huéspedes que querían tomárselo con calma y explorar el lugar de desembarco, recibieron la visita de un curioso Zorro ártico Una vez que todos los excursionistas regresaron al lugar de desembarco, ¡comenzó la zambullida polar! Valientes con sus bañadores corrieron vacilantes hacia el agua fría y se zambulleron para darse un chapuzón rápido antes de volver corriendo a la orilla. Fue un gran espectáculo

Después de comer nos trasladamos a otro punto de desembarco en el lado este del fiordo, pero el tiempo empeoró. El viento y el oleaje hicieron que el desembarco no fuera seguro por la tarde y, en su lugar, decidimos aprovechar ese tiempo para dirigirnos a Scoresby Sund, o en groenlandés "Kangertittivag". En la cubierta superior, nuestro equipo de expedición celebró un taller de fotografía durante nuestro tránsito porque, aunque el viento no estaba de nuestro lado, la iluminación sí lo estaba. Nuestra primera vista del este de Groenlandia fue absolutamente espectacular, con los picos de las montañas iluminados por el sol. A continuación, 180 millas hasta Scoresby Sund y más aventuras

Después de una noche navegando "fuera" en alta mar, con algo de movimiento para dormirnos suavemente, nos adentramos en el fiordo más grande de Groenlandia, Scoresby Sund, donde las olas amainaron. Las primeras horas la niebla seguía ocultando la belleza de nuestro nuevo destino de hoy. Más tarde, al levantarse el "velo blanco", los altos y majestuosos picos del fiordo se dejaron ver a babor del barco, revelando un paisaje impresionante. Incluso divisamos algo de cielo azul y muchos de nosotros subimos a cubierta para hacer fotos del asombroso paisaje en el que acabábamos de adentrarnos. A lo lejos, pero acercándose poco a poco, aparecieron los primeros icebergs. El sol se asomaba entre las nubes y arrojaba un hermoso resplandor anaranjado sobre las laderas de las montañas y el hielo. Qué manera de empezar el día.

Todos fuimos a desayunar a las 08:00, mientras el capitán y su equipo se acercaban al lugar de fondeo para esta mañana. Hacia las 09:00 echamos el ancla y la tripulación bajó las once zodiacs al agua. Esta mañana íbamos a hacer un crucero en zodiac con todo el barco hasta Vikingebugta, con su magnífico glaciar al final. Mientras esperábamos en la pasarela, los guías estaban en sus zodiacs, explorando los alrededores en busca de objetos interesantes. Uno de ellos divisó un oso polar en la bahía al norte de Vikingebugta y, por supuesto, decidimos dar un rodeo y dirigirnos al final de esa bahía. El oso se movía lentamente sobre la morrena oscura, así que aunque estaba un poco más lejos era fácil de ver, ya que destacaba con su pelaje amarillento. El viaje de ida y vuelta a nuestro punto de partida original de este crucero ya fue hermoso. Estábamos rodeados de altos picos, algunos de hasta 15:00 metros, con diferentes características geológicas, como capas sedimentarias y algunas cascadas.

Justo a la entrada de Vikingebugta, en el lado norte de la bahía, observamos un espectacular fenómeno causado por la actividad volcánica. Toda una pared de asombrosas columnas de basalto. Al enfriarse lentamente la lava, se formaron estas columnas rectas y regulares de forma hexagonal. Algunas parecían pegadas unas junto a otras contra la pared rocosa. Otras parecían lápices clavados en la montaña, de los que sólo sobresalía su parte inferior de 6 lados. Debido al movimiento de las placas tectónicas, había columnas curvadas o enroscadas. Aunque no te guste la geología, es difícil no apreciar este bello arte geológico.

Avanzamos y nos adentramos en el fiordo para ver de cerca el glaciar. Desde el barco, el Brede Gletscher (Gran Glaciar) no parecía muy lejos, pero estaba a seis kilómetros. Nos adentramos en el hielo saliente, pequeños trozos de hielo desprendidos de trozos más grandes de bergy e icebergs que coagulaban la bahía. El suave sonido del choque cuando nos adentramos fue genial. También vimos los primeros signos de formación de hielo marino. Esa primera fase se llama "hielo graso" y probablemente se formó durante la noche. Cuando el hielo se hubiera alterado y la temperatura hubiera bajado más, se habría formado el "hielo panqueque", o como diría Marco, el hielo "pizza". Esto es cuando pequeñas placas de hielo chocan entre sí y el borde se "enrosca", pareciendo una tortita o una pizza. Aunque no había salido el sol, la luz daba un aire místico a nuestro primer contacto con el impresionante paisaje del Scoresby Sund.

De vuelta a bordo, vimos un enorme iceberg de 600 metros de diámetro flotando serenamente en el agua fría y cristalina junto a nuestro barco. El tamaño de estos gigantescos icebergs es difícil de comprender sin nada con lo que compararlo. Sólo el Ortelius, que mide 100 metros de largo, pero sigue siendo difícil creer lo que la naturaleza produce en estas aguas. Durante el almuerzo y la tarde nos trasladamos a una bahía más al norte de Vikingebugta, llamada Charcot Havn. Navegamos entre los "gigantes de hielo" del amplio fiordo Hall Bredning de Scoresby Sund. Estos gigantescos icebergs se desprenden del Daugaard - Jensen Gletscher.

Llegar a Charcot Havn nos llevó unas cuatro horas. Por eso Florence había organizado una cena más temprano para todos nosotros, para que pudiéramos hacer un bonito desembarco nocturno. Los guías ya estaban en tierra, donde habían buscado osos polares y establecido un perímetro por el que podíamos deambular libremente y hacer fotos. De camino al lugar de desembarco, volvimos a cruzarnos con enormes icebergs. Comparados con ellos, nosotros éramos enanos. Debido a la poca profundidad de la costa y a la marea baja, las zodiacs no podían llevarnos hasta la playa, por lo que tuvimos que vadear el agua hasta los pies. A algunos nos llevaron de espaldas, para evitar que se inundaran las botas bajas de pequeño tamaño. Había mucho que fotografiar. La variedad de colores de la vegetación era asombrosa. Las hojas rojo oscuro de la gayuba de montaña, los arbustos de abedul enano amarillo y marrón claro, las últimas flores supervivientes de la saxífraga púrpura y las coloridas hojas del brezo campana ártico, junto con los cantos rodados de color claro. Simplemente hermoso.

Fue un día y una tarde inolvidables en una parte tan remota del mundo

El barco se deslizó hacia la tranquila isla de Immikkeertikajik (Isla Pequeña). Podíamos ver en lo alto de la colina dos Liebres árticas en la tundra, con sus pelajes blancos casi resplandecientes frente a los vivos rojos y dorados que alfombraban el suelo. Era como adentrarse en otro mundo, inmenso, intacto y completamente inmóvil.

Caminamos entre barrancos, con el paisaje ondulando bajo nuestras botas, hacia un mirador donde yacía el esqueleto de un buey almizclero. Los huesos, blanqueados por el tiempo y la intemperie, eran un recordatorio silencioso de la naturaleza salvaje de este lugar. Rodeados por el vacío de la tundra, nos sentimos pequeños y alejados del resto del mundo.

Después de comer, desembarcamos en Sydkap, donde dos viejas cabañas de caza inuit se alzaban junto a la orilla, desgastadas por el tiempo, pero llenas de historia. Algunos emprendimos una larga caminata hasta la cresta alta, decididos a conquistar el difícil terreno. Mientras subían, se desató una repentina ventisca que lo envolvió todo en un místico manto de nieve. Sin embargo, a través de la blancura arremolinada, los excursionistas divisaron Liebres árticas que se confundían perfectamente con la tormenta. Las liebres se quedaron quietas, casi como si ellas también estuvieran cautivadas por la tranquila magia del momento.

Mientras tanto, los demás caminábamos por la tundra, maravillados por los icebergs que se extendían por el océano. Sus imponentes formas parecían flotar sin fin, la vasta extensión de blanco y azul desvaneciéndose en el horizonte. Empezó a llover a cántaros, empapándonos, pero no importaba: todos estábamos hipnotizados por la belleza que nos rodeaba.

Cuando regresamos al barco, empapados y con frío, el calor del interior fue un alivio. Nos acurrucamos en el bar con una tarta de chocolate, contando nuestras aventuras con emoción y asombro. El día había sido largo y lleno de sorpresas, pero ninguno de nosotros podía prever lo que vendría a continuación.

Cuando la luz del atardecer empezó a desvanecerse, nos reunimos en el bar y miramos por las ventanas. Enormes y escarpadas montañas se alzaban en el exterior, con sus picos recortándose en el cielo cada vez más oscuro. El océano brillaba debajo, reflejando la luz dorada del sol poniente. En ese momento, el Ártico nos pareció infinito y a la vez increíblemente cercano: un lugar donde reinaba la naturaleza salvaje, y tuvimos la suerte de ser testigos de ello.

La mañana comenzó con el brillo de un cielo azul intenso reflejándose en la tranquila superficie del océano, un comienzo perfecto para el día. Tras un rápido desayuno a bordo del barco, subimos a las zodiacs y nos dirigimos a Harefjord. El aire era fresco y la escena que nos recibió era casi de otro mundo: un enorme glaciar encajonado entre las imponentes paredes del valle.

Divididos en pequeños grupos, tomamos distintos caminos para explorar la zona durante la mañana. Algunos, deseosos de disfrutar de una vista panorámica, ascendimos escalando las laderas rocosas hasta un mirador que prometía vistas impresionantes. Otros se quedaron en la morrena, contentos de permanecer junto al borde del glaciar, observando con asombro cómo gemía y se movía, con la luz del sol rebotando en su superficie helada. El sol parecía levantar el ánimo de todos; no había una sola cara sin una sonrisa, como si el propio tiempo nos hubiera regalado un día perfecto.

Después de comer, la aventura continuó con un crucero en zodiac hacia Rodepynten, una imponente montaña de arenisca famosa por su llamativo color rojo intenso. El fiordo estaba plagado de icebergs, cada uno único en forma y tamaño, algunos tan grandes como pequeños edificios, otros intrincados y frágiles. Mientras serpenteábamos entre ellos, sus afilados bordes se reflejaban perfectamente en el camino. Y entonces, en un giro hipnotizador, empezó a formarse hielo marino en la superficie del agua, finas láminas que crepitaban y se desplazaban a nuestro alrededor: otro espectáculo de la naturaleza, tan sutil y profundo a la vez.

Justo cuando pensábamos que el día no podía ser mejor, el equipo de expedición divisó algo en las laderas: una manada de bueyes almizcleros pastando en el terreno rocoso. Nos acercamos en silencio con las zodiacs, con cuidado de no molestarlos, y allí estaban, magníficos y salvajes, completamente en su elemento. El tiempo parecía ralentizarse mientras los observábamos, embelesados por la belleza del momento.

A medida que el sol descendía, pintando el cielo con tonos dorados y rosados, regresamos al barco para nuestro recapitulativo vespertino. Las aventuras del día volvieron a nuestras mentes mientras compartíamos historias, risas y una fantástica cena. Con el corazón lleno y la sensación de asombro aún fresca, nos fuimos a dormir, encantados por el día.

La habitual llamada de "Buenos días" nos despertó y la voz de Florence nos invitó a salir inmediatamente al exterior para echar un vistazo a los mamíferos terrestres más carismáticos de Groenlandia: ¡¡El buey almizclero!! Habíamos estado buscando estos enormes bóvidos por Scoresby Sund en los últimos días y, finalmente, nuestra búsqueda dio sus frutos ayer, cuando algunos de nosotros pudimos disfrutar de ellos pastando y trotando en las verdes laderas de Rødepynt, mientras navegaban entre la mezcla de hielo en Rødefjord.

Hoy quizá tengamos la oportunidad de verlos de cerca en su hábitat natural, la exuberante tundra del este de Groenlandia. La mañana era brumosa y las nubes bajas seguían cubriendo las cumbres de las montañas que rodean Rypefjord.

Esta masa de agua de 30 km se bifurca hacia el noroeste desde la orilla norte del Øfjord; tiene unos 2,5 km de ancho a la entrada y se ensancha hasta los 5 km al final, donde el glaciar Eielson desciende desde la capa de hielo de Groenlandia. El nombre del fiordo procede de una familia de aves, los urogallos, a la que pertenece el emblemático Lagópodo alpino que habíamos visto unos días atrás.

Mientras desayunábamos, los guías salieron a explorar los alrededores de la península de Rypenaes y, a pesar de la bajamar extrema, consiguieron encontrar un lugar para desembarcar en las aguas poco profundas de esta bahía protegida. Pronto el ruido familiar de las zodiacs apareció alrededor del barco y primero los excursionistas largos, seguidos de los medianos y los de playa fueron trasladados a tierra.

Mientras tanto, el tiempo había mejorado y nos pusimos las botas de agua para atravesar la exuberante tundra que cubría un hermoso terreno lleno de pequeñas colinas y crestas, donde a menudo crecían pequeños arroyos y estanques. A medida que avanzaba la mañana, el sol asomaba entre las nubes y los vibrantes colores del otoño se mostraban en todo su esplendor: los tonos amarillos de los sauces árticos se alternaban con los intensos tintes rojizos de la gayuba, mientras que las pequeñas hojas anaranjadas del abedul enano alfombraban el suelo.

Divididos en pequeños grupos, cada uno podía explorar la zona a su ritmo. Algunos pudimos caminar bastante lejos del interior, lo que nos brindó oportunidades únicas de avistar bueyes almizcleros e incluso liebres árticas desde muy cerca. Otros se aventuraron hacia el oeste de la península, en un amplio valle lleno de agua, donde se avistaron otras pequeñas manadas de bueyes almizcleros y aves acuáticas. Los excursionistas más cortos dedicaron más tiempo a detenerse y contemplar las magníficas vistas del fiordo hacia el sur y hacia el glaciar Eielson.

De vuelta a bordo, se levó el ancla y el MV Ortelius inició su camino hacia el este, navegando por las aguas prístinas de uno de los fiordos más pintorescos del interior de Scoresby Sund. Øfjord es un estrecho con morfología de fiordo que conecta el extremo noroccidental de Hall Bredning con Rødefjord. Se extiende unos 60 kilómetros de noreste a suroeste, y tiene una anchura media de 5 kilómetros. Imponentes paredes montañosas bordean la orilla norte y sur del fiordo, lo que hace que la navegación sea bastante impresionante.

Probablemente por eso la mayoría de nosotros dedicó bastante tiempo a las cubiertas exteriores justo después de comer. Los ávidos fotógrafos de paisajes quedaron maravillados por los acantilados verticales interrumpidos a menudo por valles colgantes en los que pequeños glaciares de montaña descargaban icebergs en las gélidas aguas del fiordo. Nos sentíamos pequeños e insignificantes ante esta enorme escultura de la Naturaleza. Capas y más capas de sedimentos depositados a finales del Proterozoico en una plataforma de lo que los geólogos llamaban el supercontinente Rodinia, habían sido sometidas a metamorfismo de presión y temperatura cuando el acontecimiento de la orogenia caledoniana de principios del Paleozoico creó una larga cadena montañosa que conectaba Escandinavia, Groenlandia oriental, Escocia, los Apalaches y los montes Atlas del norte de África. El resultado de tan gigantesco acontecimiento tectónico era hoy claramente visible en las coloridas capas rayadas de gneis salpicadas de intrusiones graníticas de la secuencia de Krummedal, que es el punto culminante de este fiordo.

La tarde transcurrió con la presentación de Martin sobre "Fotografía de conservación", seguida de Florence presentando el plan para mañana, Saskia compartiendo sus apasionados conocimientos sobre natación y bueyes almizcleros malolientes, y cerró Charlotte con la Liebre ártica.

La cena se sirvió mientras el MV Ortelius entraba en las aguas protegidas del Bjøneøer, donde encontró un buen fondeadero para pasar la noche. Mientras la luz se desvanecía, pudimos ver la hermosa silueta de las montañas que nos esperaban al día siguiente.

Esta mañana madrugamos un poco más para intentar aprovechar la luz matinal sobre las montañas de Renland. Viajamos toda la noche hacia el este a través de Øfjord hacia Bjørneøer, las "Islas del Oso". Estas islas se encuentran al noreste de Milne Land, que sería el lugar de desembarco por la mañana. Esta zona fue explorada en 1891 por una expedición dirigida por Carl Ryder, en la que se disparó a un oso polar, de ahí su nombre.

Empezamos la mañana en Milne Landing con un grupo de excursionistas de largo recorrido en primer lugar. El objetivo era ganar tanta altura como fuera posible para obtener una buena panorámica del Øfjord y las montañas del lado norte. Los impresionantes picos tienen nombres como Grundtvigskirken, Trio Grand, Labyrinth Glacier, Commandment Peak y Consolation Point. Nuestros grupos de senderismo medio también intentaron varias rutas para llegar a los miradores de los alrededores. La caminata alcanzó una hermosa meseta y pasó junto a lagos y estanques con impresionantes reflejos de las montañas. En total, las caminatas oscilaron entre 2 y 6 kilómetros.

Por la tarde reposicionamos el barco dentro de las Islas del Oso, o el nombre groenlandés de Nannut Qeqertaat. Cada isla está numerada del I al XI y lleva un nombre: Qalikattooq, Sulussuut, Taseertit, Nanuaraq Kangitteq, Iserartiit, Nanuaqquat Kittiit, Amaarteq, Nanuaraq Avannarteg.

Nos dirigimos a nuestro primer desembarco dividido y crucero en zodiac. La mitad de los pasajeros bajó a tierra para hacer una corta caminata y la otra mitad realizó un crucero en zodiac. En el crucero en zodiac se vieron unos 10 bueyes almizcleros desde el agua y diferentes especies de aves. Algunos incluso circunnavegaron la isla, recorriendo hasta 15 kilómetros. En tierra, los huéspedes se dividieron en grupos más pequeños y recorrieron la isla. Se vieron más bueyes almizcleros y los que estaban en la playa tuvieron un bonito encuentro cercano. Cuando todos volvimos a bordo, Flo presentó los planes para mañana, que sería nuestro último día completo de actividades en Scoresby Sund. Beth hizo una recapitulación sobre los diversos alpinistas que intentaron hacer cumbre en los picos de la zona. Lo más interesante fue el pico llamado "Grundtvigskirken" o apodado "La Catedral". Pasamos una tarde encantadora navegando por Hall Bredning hacia la entrada de Scoresby Sund. Después de la puesta de sol, el día aún no había terminado con las auroras boreales vistas rápidamente justo después de medianoche. Los invitados que tuvieron energía para salir a cubierta disfrutaron mucho

Tras 11 días de navegación por zonas salvajes, por fin llegamos al único asentamiento humano del lado este de Groenlandia: ¡Ittoqqortoormiit!

Este pueblo de poco más de 350 habitantes, y su nombre se traduce como "los que viven en las casas grandes". La ciudad vecina más cercana de Groenlandia es Tasiilaq, a unos 800 kilómetros al suroeste. En 1924, el explorador danés Ejnar Mikkelsen, partió de Copenhague con materiales de construcción, provisiones y un grupo invernal de 7 personas, y comenzó su proyecto de asentamiento. Al año siguiente llegaron unos 85 groenlandeses, y empezó a ser un verdadero hogar para los cazadores del este de Groenlandia.

Durante el desayuno, el MV Ortelius echó el ancla. Poco después todos esperábamos ansiosos en la pasarela. Al subir a las zodiacs, estábamos llenos de curiosidad y expectación por ver cómo era vivir en este lugar aislado. Había muchos lugares abiertos que podíamos visitar, como el supermercado, la iglesia y el centro de visitantes, donde un encantador inuit local estaba encantado de hacerse una foto con algunos de nosotros y contarnos un poco sobre la vida que llevaba aquí. También se podían visitar algunas estatuas conmemorativas y un centro residencial. Paseamos y descubrimos toda la ciudad para averiguar cómo podía vivir la gente aquí.

Un pequeño grupo de nosotros incluso descubrió un poco más de la zona montañosa detrás de la ciudad, con una bonita vista de la bahía y el delta desde el noreste de la ciudad. La nieve nueva en la cima de las montañas indicaba que pronto llegaría el invierno y el estilo de vida de Groenlandia volvería al hielo.

Por la tarde esperábamos dirigirnos a Hurry inlet para el desembarco final del viaje, pero los fuertes vientos de Scoresby Sund ya eran evidentes en la bahía a las afueras de la ciudad. Mientras el MV Ortelius navegaba por los fiordos con fuertes vientos, dos de los maestros fotógrafos entre los pasajeros nos mostraron y compartieron sus maravillosas fotos e ideas para composiciones fotográficas tomadas en este viaje. Esta sesión de intercambio nos devolvió a esos momentos de nuestro viaje y nos proporcionó una perspectiva más innovadora de lo que estábamos viendo y fotografiando.

Antes de la cena, Elizabeth nos habló de los secretos de los colores de la arquitectura inuit, y el capitán estuvo ayudando a todos los pasajeros a prepararse mentalmente para las olas de 6 metros a las que nos enfrentaríamos al cruzar el estrecho de Dinamarca, así como algunas de las precauciones de seguridad que los pasajeros deben tener en cuenta en condiciones de mar agitado. ¿Cómo podemos hacer un viaje polar sin un poco de mala mar?

Hoy es un día de mar cruzando el estrecho de Dinamarca. El mar estaba un poco agitado, con olas de 5 a 6 metros. Servir las comidas ha sido un poco complicado con un par de incidentes. La mañana ha sido relajante. Algunos de nosotros estábamos en el bar de la cubierta 6, repasando nuestras fotos y Sue volvía a trabajar en un bonito cuadro. Otros estaban en el puente observando el oleaje y las olas. Durante la primera mitad del día se proyectaron en el bar documentales de la serie Frozen Planet.

Por la tarde, a las 15:00 Lyn hizo una bonita presentación sobre Islandia para darnos un poco más de información sobre Islandia y algunas de sus atracciones. Habíamos cruzado sanos y salvos el estrecho de Dinamarca y habíamos llegado a Islandia. Anclamos en la bahía de Eyjafjordur para pasar la noche. Ya no hay olas, así que un último buen descanso antes de desembarcar mañana tras un viaje maravilloso.

A las 20:30, el capitán Per ofreció el cóctel de capitán y despedida. Se subastaron la bandera y una pequeña carroza. Martin preparó una increíble presentación de diapositivas con fotos y vídeos del viaje, que todos pudimos llevarnos a casa.

A las 05:30 levamos el ancla y navegamos hacia el puerto de Akureyri, Islandia, el tercer y último país de nuestro viaje. Después de casi dos semanas, desgraciadamente ha llegado el momento de decir adiós. Pero los recuerdos que hemos creado vivirán con nosotros para siempre. Nos pidieron que dejáramos el equipaje fuera de nuestros camarotes a las 07.30, listo para que el personal y la tripulación lo bajaran por la pasarela, mientras disfrutábamos de nuestro último desayuno a bordo. Tras despedirnos de la tripulación del comedor, cogimos nuestro equipaje de mano y bajamos por la pasarela hasta el muelle. Entonces llegó el momento de despedirnos del equipo de expedición antes de subir a los autobuses y emprender nuestro viaje de regreso. Por desgracia, nuestra aventura había terminado. Algunos habíamos planeado pasar algunas noches más en Akureyri antes de volver a casa. Lo cual sólo podía haber sido una buena decisión para quedarnos y disfrutar un poco más de esta hermosa isla.

Gracias a todos por un viaje tan memorable, por vuestra compañía, buen humor, entusiasmo y paciencia cuando el tiempo decidió cambiar nuestro plan A o B. ¡Esperamos volver a veros en el futuro, sea donde sea!

Posición más septentrional: 79°21.42' N - 011°40.24' E

En nombre de Oceanwide Expeditions, del Capitán Per Andersson, de la Jefa de Expedición Florence Kuijper, de la Directora del Hotel Karolina Guziejko y de toda la tripulación y personal de expedición, ¡ha sido un placer viajar con ustedes! Esperamos verles de nuevo en uno de nuestros barcos para otra aventura.