Los petreles gigantes de la isla Rey Jorge
La Antártida es sin duda uno de los mejores lugares del mundo para observar aves.
En ningún otro lugar se pueden encontrar pingüinos, paíños, skúas y gaviotas cocineras en la misma mirada binocular. Sea cual sea su grado de interés o experiencia en la observación de aves, siempre resulta inspirador ver a estas criaturas en su hábitat natural.
Pero hay una especie aviar que sobresale un poco más que las demás.
El petrel gigante se pasea por las playas de la isla del Rey Jorge como si acabara de aprender a andar, aunque es más frecuente verlo surcando los aires con su enorme envergadura de 180 a 210 cm.
Con sus penetrantes ojos grises y su pico tubular, el petrel gigante de la isla Rey Jorge es un espectáculo impresionante, se vea como se vea.
Imagen de Siegfried Woldhek
Aves marinas tubícolas de la isla Rey Jorge
Conocidos a veces como "apestadores" por el hecho de que estos carroñeros comen cualquier cosa muerta, moribunda o débil, los petreles gigantes son las aves más grandes del hemisferio sur.
Actualmente hay dos especies reconocidas de petreles gigantes: Abanto marino subantárticos y Abanto marino antárticos. Las dos especies son prácticamente indistinguibles, aunque dentro de ellas se reconocen varias variaciones de color, o "morfos".
Estos morfos pueden ir del blanco al gris oscuro.
Debido a que los petreles gigantes pasan la mayor parte de su vida en el mar, han adaptado una adaptación evolutiva: en sus picos hay orificios nasales en forma de tubo que pueden filtrar la sal del agua de mar, lo que permite a estas aves obtener agua dulce.
De esta adaptación procede el término "tubenosas". Otras tubenosas son las pardelas, los fulmares, los albatros, los paíños y los petreles buceadores.
Imagen de Troels Jacobsen
Rituales de cría del Abanto marino
Los Abanto marinos son criaturas solitarias. Pasan meses solos, alimentándose en alta mar. Pero cuando llega el verano austral, en octubre, es el momento de que los petreles gigantes emigren a las regiones circumpolares de la Antártida para reproducirse.
Como a los petreles gigantes les encanta su intimidad, anidan a varios cientos de metros de distancia unos de otros en colonias que han sido utilizadas durante generaciones.
Construir un nido es la parte más fácil de este proceso y normalmente sólo requiere mover unas cuantas piedras. Varias semanas después de establecer un espacio para anidar, empiezan a llegar los huevos. Estos huevos pueden tener unos 20 cm (8 pulgadas) de diámetro, fácilmente confundibles con un huevo de dinosaurio.
El Abanto marino sólo pone un huevo al año, por lo que es importante que los padres vigilen lo más posible a sus vulnerables crías.
Aun así, los padres del Abanto marino son sensibles a las perturbaciones y abandonan el huevo si perciben peligro. La evolución les ha enseñado que su propia supervivencia es más importante que su huevo sin eclosionar, ya que siempre pueden volver a anidar el año que viene.
Trabajar con petreles gigantes en la isla del Rey Jorge
El verano austral (de octubre a marzo) ofrece condiciones lo bastante suaves para que los científicos estudien a los petreles gigantes en la isla Rey Jorge.
Al principio de la temporada de cría, los científicos observan a los petreles gigantes a una distancia segura con prismáticos y catalejos de alta potencia. Después se hace un censo de sus colonias, se cartografían y se comparan con los registros históricos.
En ocasiones, una colonia de petreles gigantes se solapa con una de pingüinos, lo que dificulta las molestias de los pingüinos (y de los humanos que los visitan).
Cuando esto ocurre, es imperativo que los científicos se acerquen lentamente a la colonia de Abanto marinos y eviten el contacto cercano. Los Abanto marinos pueden emitir un sonido grave "uuuurrr" si se sienten amenazados.
Polluelos de petrel gigante
Cuando las crías de petrel gigante empiezan a sacar sus diminutos tubérculos de los huevos, es hora de que los padres empiecen a alimentarlas.
La alimentación es una tarea que dura las 24 horas del día y requiere mucho tiempo para capturar peces en el mar, buscar focas muertas en las playas y registrar las colonias de pingüinos en busca de huevos o polluelos desatendidos. Los polluelos de Abanto marino disfrutan de una de las mejores comidas de la Antártida.
Cuando se les molesta, los polluelos de petrel gigante tienen una línea de defensa conocida como "gakking".
El gakking es el sonido que hacen los petreles gigantes al proyectar vómitos a los depredadores (o a los científicos involuntarios). El fluido que proyectan está compuesto por líquido digestivo y restos de comida, por lo que el olor que desprende no es favorable.
Sin embargo, por motivos de conservación, los científicos deben seguir estudiando a los polluelos de Abanto marino. Los investigadores colocan a las crías una banda metálica alrededor de la pata, y un número en la banda corresponde al año en que fueron anilladas.
Cada año, cuando los científicos vuelven a recoger datos, intentan leer los códigos de las bandas y determinar qué petreles gigantes han vuelto para reproducirse.
La conservación del Abanto marino
Entre 1997 y 1998, miles de petreles gigantes murieron en operaciones ilegales de pesca con palangre en el Océano Austral.
Los palangres estaban destinados a la merluza negra, pero en su lugar capturaron más de 4.000 petreles gigantes e innumerables aves y mamíferos marinos. Este método de pesca se ha regulado desde entonces, lo que ha dado lugar a la regeneración de la población de petreles gigantes.
Aunque en la actualidad los petreles gigantes corren poco peligro de extinción, el aumento de plásticos marinos y otros residuos supone una amenaza constante para sus poblaciones.
Imagen de Katja Riedel
Isla Rey Jorge (y otros lugares para ver petreles gigantes)
La isla Rey Jorge es una isla antártica y la mayor de la cadena de las Shetland, situada perfectamente dentro del área de cría de los petreles gigantes.
Esto convierte a la isla Rey Jorge en uno de los lugares más constantes para ver estas aves, aunque dista mucho de ser el único: Los petreles gigantes suelen verse en la mayoría de las zonas costeras de la Antártida y las islas subantárticas. También abundan en el Pasaje de Drake.
Así que si te diriges al sur para disfrutar de un emocionante crucero por la Antártida, ¡no te olvides de los prismáticos!
Imagen de Martin van Lokven
Imagen del título por Thomas Laumeyer