Una inmersión polar soñada, atrevida, documentada
El pasado mes de enero, Mark Hatter cumplió un sueño para el que llevaba dos años entrenándose. Tras reservar un camarote en nuestro m/v Ortelius y emprender el largo vuelo a Ushuaia(Argentina), él y dos amigos suyos navegaron por el famoso Pasaje de Drake con destino al continente más austral de la Tierra. Pero su viaje a la Antártida no tenía como único objetivo dar paseos por la costa y fotografiar pingüinos.
No, Mark y sus amigos tenían en mente algo un poco más ambicioso, una aventura que les llevaría mucho más allá de la primera visión de la cruda belleza de la Antártida, o deberíamos decir, muy por debajo de ella. Enfundados en trajes secos y atados a botellas de aire, se lanzaron a una auténtica inmersión polar bajo los bergs, experimentando un mundo que muy pocos buceadores veteranos han visto de primera mano. Las experiencias de Mark, publicadas por primera vez en Divernet (la revista en línea de Diver Magazine, de la que es colaborador), se resumen aquí.
La víspera: navegar por el "rito" del Paso de Drake
Esperar una aventura largamente esperada puede ser tan emocionante (o agonizante) como emprenderla. El artículo de Mark describe las horas que pasó viendo documentales sobre la Antártida, a la espera de que el Ortelius completara su navegación por el Drake, la turbulenta puerta de dos días y medio a la Antártida.
Mientras evita el mareo con parches de escopolamina y generosas raciones de vino, va por la mitad de un documental sobre Shackleton cuando uno de sus amigos llama a su puerta para avisarle de que las islas Elchior y Anvers están a la vista. Estas islas, que muestran el primer atisbo del paisaje antártico, indican a Mark que sus dos años de formación en buceo en aguas frías pronto darán sus frutos.
¿Diversión o locura?
A medida que Mark y sus amigos, Paul y Sean, se acercan a la Antártida, su emoción aumenta con la aparición de cada nuevo iceberg. El nivel de titulación y la experiencia que Oceanwide exige para sus cruceros de buceo polar son elevados, pero después de tantos meses de planificación y formación, Mark se siente capacitado para la tarea. Sólo hay 10 buceadores inscritos, incluidos Mark y sus amigos.
Junto con el líder de buceo, un sueco al que Mark describe como un "vikingo de mandíbula imperturbable", el grupo suma cinco décadas de experiencia en inmersiones en aguas frías. Muchos han calificado de locura el objetivo de Mark y, de hecho, todo el deporte del buceo polar, pero, naturalmente, hay otro grupo que insiste en que es pura diversión (aunque fría). Tras una sesión informativa en Ortelius, Mark está a punto de descubrir a qué bando pertenece.
Las primeras inmersiones: La isla Cuverville, la estación Brown y la vida de los bichos antárticos
El artículo de Mark describe en detalle las primeras inmersiones, durante las cuales él y sus amigos se acostumbran a sus asignaciones de peso - y al agua antártica bajo cero. Realizan una inmersión de 20 metros (65 pies) durante 40 minutos, los parámetros habituales de profundidad y tiempo. Más tarde, ese mismo día, se sumergen a lo largo de una pared vertical cerca de la Estación Brown. La visibilidad es de unos 5 metros (16 pies), típica de pleno verano en la Antártida, ya que la luz solar de 24 horas crea grandes floraciones de plancton.
Mark se maravilla ante las vibrantes estrellas de mar, pero son sobre todo los isópodos (un orden de crustáceos) los que captan su atención. Paul, el amigo de Mark, divisa una Foca cangrejera nadando cerca, pero por desgracia ni Mark ni Sean la ven. Incluso en estado de máxima alerta, es imposible fijarse en todo lo que hay bajo las aguas de la Antártida.
Las inmersiones finales: Pleneau, Petermann e Isla Decepción
Después de acampar bajo las estrellas de la Antártida con otros treinta huéspedes (todos ellos escuchando desde sus sacos de dormir el lejano tronar de los icebergs desprendiéndose), Mark y sus amigos navegan tan al sur como les permita el Ortelius: 65° 07' S, 064° 02' O, que les lleva a su siguiente punto de inmersión cerca de las islas Pleneau y Petermann.
Tras estas inmersiones, viajarán por la noche por el Canal Neumayer hasta la Bahía Wilhelmina, con la Isla Decepción como última inmersión. La isla Decepción, una caldera semiactiva de las Shetland del Sur, expulsa gases sulfurosos al viento, aunque su bahía resguardada está relativamente protegida. Mark bucea cerca de la estación ballenera del siglo XIX de la isla y descubre, entre las numerosas anémonas del tamaño de un plato, un hueso de ballena semienterrado en la arena volcánica.
Antártida cumplida, ¡hacia el Ártico!
De vuelta en el Ortelius, Mark y sus compañeros de inmersión celebran el éxito de su viaje con un buen trago de whisky escocés. Pero lejos de saciar su amor por el buceo polar, la Antártida no ha hecho más que avivarlo: Ya están planeando la siguiente fase, con la vista puesta esta vez en el hemisferio norte. Hasta que se publique la aventura de buceo polar de Mark en el Ártico 2019, puedes leer la versión completa de sus inmersiones en la Antártida aquí.