OTL03-18, diario de viaje, Norte de Spitsbergen - Especial Oso polar

Hacia el Norte Llegamos al muelle de Longyearbyen, donde ya nos esperaba Ortelius, nuestro hogar para la semana siguiente, y los miembros del equipo de expedición, que nos dieron la bienvenida. Alrededor de las 16.00 horas comenzó el embarque, y pronto fuimos registrados por nuestro Director de Hotel, Sebastian, y su ayudante Lilian. Nuestro equipaje ya estaba en los camarotes, así que tuvimos tiempo libre para deshacer las maletas, instalarnos y conocer a nuestros compañeros de aventura. Poco después nos reunimos en la Sala de Conferencias para recibir la bienvenida oficial del Director del Hotel y asistir a la sesión informativa de seguridad obligatoria, seguida de un simulacro de seguridad. Con nuestros grandes chalecos salvavidas naranjas nos reunimos en el bar y subimos a la cubierta superior para echar un vistazo a los botes salvavidas. Entretanto, el Ortelius había abandonado el muelle y nos dirigíamos a Isfjorden. Antes de cenar, conocimos al capitán Mika Appel y a los miembros del equipo de expedición y brindamos por el viaje. Hambrientos tras un largo día de viaje, nos dirigimos al comedor: ¡nos esperaba la primera de muchas deliciosas comidas!

Tras una buena noche de sueño nos encontramos al final de nuestra etapa hacia el norte, frente a las "Spitse Bergen" ("Montañas puntiagudas"), nombre que el descubridor holandés Willem Barentsz dio a estas tierras. Por la mañana se impartieron las obligatorias sesiones informativas sobre cómo comportarse en el Ártico y sobre seguridad con los osos polares, junto con instrucciones sobre cómo viajar y desembarcar con nuestras resistentes zodiacs. Girando hacia el este y luego hacia el sur en el fiordo Woodfjord llegamos al fiordo Liefdefjord. Botamos las zodiacs y salimos para un crucero en zodiac por Andøyane, las "islas de los patos". Encontramos Patos reales y un par de Eider reales, Patos haveldas y Skuas, y una Foca apareció brevemente. Después de volver a Ortelius, navegamos por el Liefdefjord hacia el magnífico glaciar de Mónaco. La espléndida luz del sol, el hielo del fiordo y las vistas hicieron que la velada fuera maravillosa.

Durante la noche navegamos hacia Hinlopenstretet, la masa de agua situada entre Spitsbergen (la isla principal) y Nordaustlandet. Poco después del desayuno pasamos por Alkefjellet, un famoso acantilado de aves formado por una característica intrusión volcánica de dolerita negruzca dentro de capas marinas de colores brillantes. En las cercanías se observaron bandadas de Mérgulo atlánticos, araos comunes y de Brunnich. Continuamos nuestro crucero hacia el sur con sol y buena visibilidad. En la mayoría de los lugares la cobertura de hielo era más bien escasa, no un hábitat preferible para los Oso polares. No obstante, el personal de la expedición y muchos de nosotros escudriñábamos la zona continuamente con la ayuda de prismáticos, telescopios y telelentes. Para los que necesitaban un descanso de la búsqueda del oso, la conferencia de Bill sobre la caza de ballenas y la caza de focas en el Ártico fue un cambio de tema bienvenido justo antes del almuerzo. Por la tarde empezó a nevar y la visibilidad disminuyó increíblemente rápido. Sandra dio una interesante charla, aportándonos ideas y sugerencias sobre cómo mejorar potencialmente nuestra fotografía. Por la noche, la jefa de expedición Rinie y el capitán Mika decidieron quedarse en el hielo rápido de Bjørnsund, cerca de Wilhelmøya. Poco después de "aparcar" el Ortelius en el hielo, resultó ser una decisión espléndida: Una madre y dos cachorros fueron avistados a unos 7 km del barco. Todo el mundo estaba entusiasmado y, a pesar del viento frío, corrimos a las cubiertas exteriores para ver a los osos. Se acercaron un poco (aún lejos) durante un rato y luego se alejaron lentamente del barco, desapareciendo entre la nieve y la niebla.

Por la mañana, la madre Oso polar y sus dos cachorros habían desaparecido. La visibilidad se había vuelto típicamente polar, es decir, muy mala. Giramos hacia el este y nos dirigimos de nuevo hacia el hielo. A las diez, Aad dio una conferencia sobre el Spitsbergen actual. Justo después de la conferencia, en un ejemplo de excelente sincronización, una Morsa se presentó en un témpano de hielo, acompañada de una Gaviota marfileña. Ortelius se acercó a ambas muy despacio y con cuidado, lo que nos permitió tomar excelentes fotografías. Al cabo de un rato apareció otra Morsa por babor, echando un vistazo al barco desde entre los témpanos de hielo, pero desapareció tan rápido como había llegado. Al permanecer cerca y en el hielo no aparecieron los esquivos Osos polares, aunque sí vimos huellas frescas de Osos polares en los témpanos de hielo. El Ortelius dio la vuelta y navegó por Hinlopenstretet en dirección noreste, pasando por la pequeña isla de Franzøya, hacia Wahlenbergfjorden, donde pasaríamos la noche.

Al levantarnos nos encontramos frente a Alkefjellet. A las 09.15 el primer grupo había salido de Ortelius. ¡Cómo nos gustaba el olor a amoníaco por la mañana! Las zodiacs pasaron lentamente junto a las rocas habitadas por unas sesenta mil parejas de araos de Brunnich. Se vieron Zorros Polares, Barnaclas cariblancas, Alcatraces, Araos aliblancos, mientras las Gaviotas hiperbóreas se daban un festín con los cadáveres de las aves muertas. A las 12.15 todos habíamos regresado a Ortelius. Por la tarde volvimos a Wahlenbergfjorden, donde vimos dos Osos polares. De la interacción entre los dos resultó que estaban tratando de cortejarse y seducirse mutuamente, con la hembra siendo algo menos activa que el macho, a veces incluso tratando de ahuyentar al macho - ¡qué humano parecía todo! Fue un acontecimiento muy pocas veces visto por una expedición. A lo largo de la tarde los osos se acercaron un poco más al barco, pero no pudimos presenciar la ''conclusión'' de este juego de chico y chica: como puede durar hasta una semana, lamentablemente tuvimos que marcharnos. Hacia las cuatro se presentó otro Oso polar, pero de nuevo a distancia. Durante la recapitulación Rinie nos dio más detalles sobre el proceso de reproducción de los Oso polares. Después de cenar nos dirigimos lentamente fuera del hielo hacia nuestro destino para el día siguiente: el extremo noroeste de Spitsbergen.

Por la mañana anclamos frente a Alicehamna, en Raudfjorden. Desgraciadamente, tuvimos que cancelar un paseo con raquetas de nieve, ya que la niebla y la nieve habían reducido la visibilidad hasta el punto de que acabaríamos en la peligrosísima situación de no poder avistar a tiempo a los Oso polares: ¡en el Ártico, la naturaleza manda! Por la tarde desembarcamos en Amsterdamøya, un lugar histórico para los holandeses ya que, aproximadamente de 1614 a 1645, fue la principal estación ballenera de las llamadas Cámaras holandesas, empresas de varias ciudades que invertían en barcos balleneros. Aún pueden verse los restos de los hornos de grasa: los restos negros del aceite ballenero, mezclados con arena, llamados ''hormigón de tocino''. Algunos hornos están bastante cerca de la orilla y corren el riesgo de ser arrastrados por el mar. Se formaron dos grupos, los "rastreadores de playa" y los excursionistas. Los "beach crawlers" escucharon la historia de Amsterdamøya, los "hikers" observaron varios tipos de vida salvaje y estiraron las piernas mientras caminaban por la costa. Al volver a Ortelius nos enteramos de que se había organizado una barbacoa en la cubierta de nuestro helicóptero - con el fondo del majestuoso paisaje de montañas nevadas en una bahía cercana a la estación ballenera disfrutamos de la buena barbacoa de nuestro personal de cocina.

En condiciones de calma perfecta navegamos hacia Forlandsundet, entre Prins Karls Forland y la isla principal de Spitsbergen. Tras desayunar, desembarcamos en Tordenskjoldbukta, una bahía resguardada por afloramientos rocosos en la que se veían gaviotas glaucas y barnaclas cariblancas. Nos dividimos en tres grupos, y los excursionistas salieron primero con Bill y Szymon, cubriendo bastante terreno a través de la tundra musgosa y hacia pequeñas crestas desde las que se podían contemplar magníficas vistas. El grupo de senderismo medio, con Christophe, Mick, Benjamin y Aad, consiguió acercarse bastante a algunos renos, uno de los cuales era una cría de sólo un par de días: ¡una experiencia muy especial! Los "ociosos" con Sandra exploraron los alrededores del lugar de desembarco, donde encontraron la primera saxífraga púrpura de la temporada, cuernos de reno, una selección de líquenes, disfrutaron de magníficas vistas de la costa y de preciosos minutos de silencio ártico, para escuchar mejor el canto de los Escribano nivales. Cuando todos estuvieron de vuelta a bordo, Ortelius navegó hacia el otro lado de Forlandsundet, a un lugar llamado Poolepynten. Este arenal es uno de los lugares favoritos de descanso de las Morsas, y esta vez tuvimos suerte: los animales estaban en casa, descansando plácidamente en la arena y en parte unos encima de otros. Nos dividimos en dos grupos, uno de los cuales dio un paseo mientras el otro se acercaba a las enormes salchichas marrones de la playa. No hacían gran cosa, salvo rascarse, eructar de vez en cuando y oler, algo muy típico de las Morsas -y como pudimos observar, son extremadamente buenas en lo que hacen-. Después de pasarlo muy bien en Poolepynten, pusimos rumbo a Longyearbyen. Por supuesto, en algún momento también tuvimos que enfrentarnos a las tareas más o menos agradables de liquidar las cuentas de nuestro barco y devolver las botas de goma y los chalecos salvavidas Zodiac de confianza. A las 19.00 nos reunimos en el Bar para brindar por el éxito del viaje. Poco después, nos dirigimos en tropel al Comedor para nuestra última cena a bordo, sin perder de vista las ballenas y los frailecillos.

Demasiado pronto nuestro Ártico llegaba a su fin, ¡y qué semana tan extraordinaria había sido! Hacia medianoche, el Ortelius llegó al muelle de Longyearbyen y los pasajeros que habían salido en el vuelo de primera hora de la mañana desembarcaron. Todos los demás disfrutaron de una noche tranquila en sus camarotes. Cuando por última vez Rinie nos despertó por la mañana, pusimos nuestro equipaje grande en los pasillos, como nos habían pedido, para que la tripulación pudiera sacarlo del barco por nosotros. Tras el último desayuno a bordo, llegó el momento de despedirnos. Adiós a nuestro barco y a su tripulación y personal, adiós a nuestros nuevos amigos. Nos pusimos de acuerdo para seguir en contacto y nos despedimos. Podíamos recordar un viaje impresionante, y todos teníamos muchos recuerdos de la vida salvaje y los paisajes espectaculares durante nuestros días en el hielo, nuestras actividades de crucero en zodiac y nuestros desembarcos en tierra. Finalmente, entregamos las llaves de nuestros camarotes, recogimos nuestro equipaje en el muelle y nos dirigimos a la ciudad o al aeropuerto para emprender el viaje de vuelta. Gracias a todos por acompañarnos en esta aventura ártica, por vuestra buena compañía, buen humor y entusiasmo. En nombre de Oceanwide Expeditions, el capitán Mika Appel, la jefa de expedición Rinie van Meurs, el director del hotel Sebastian Duma y toda la tripulación y el personal, ha sido un placer viajar con ustedes.