OTL05-22, diario de viaje, Spitsbergen Norte - Campamento base - Solsticio de verano, kayak libre, senderismo, taller de fotografía y Limpieza de las costas

Tras una partida largamente esperada (unos cuantos años para algunos de nosotros), por fin aterrizamos en Longyearbyen, el mayor asentamiento del archipiélago ártico de Svalbard. La atracción que ejerce el Ártico: sus variados paisajes, su historia, la fascinación del hielo, la flora y la fauna azotadas por un clima riguroso, la expectativa de encontrar fauna y aves que sólo se ven en el Ártico atrae a visitantes de todos los rincones del planeta. Nuestro barco para los próximos 8 días, el M/V Ortelius, nos reúne para explorar el entorno prístino del alto Ártico. El Ortelius está anclado en medio de la bahía, por lo que nuestro viaje comienza ya en modo expedición. El Equipo de Expedición nos espera en el embarcadero y nos damos cuenta por primera vez del frío y la humedad del Ártico durante nuestro primer paseo en zodiac hasta el barco en condiciones de fuerte oleaje. Sin embargo, el acogedor equipo del hotel nos espera y pronto nos instalamos en nuestros confortables y cálidos camarotes. Cuando todo el mundo está a bordo y hemos tenido la oportunidad de tomar algo caliente y conocer a algunos de nuestros compañeros de viaje, nos reunimos en la sala de conferencias para las sesiones informativas de seguridad obligatorias, seguidas rápidamente por el simulacro de seguridad. A las 18.30 nos reunimos para la presentación del Equipo de Expedición, y una copa de champán y brindis de bienvenida con nuestro Capitán Mika Appel. La energía es alta y la emoción por el próximo viaje es palpable. Tras una deliciosa primera cena y algunos avituallamientos de última hora, el Ortelius abandona por fin el puerto y nos aleja de la civilización. La mayoría a bordo, salvo algunos noctámbulos, están listos para un buen descanso nocturno después de tanto viaje y primeras impresiones. Mientras nuestra robusta embarcación sale de aguas abrigadas para iniciar el viaje hacia el Norte, no nos queda más remedio que familiarizar nuestros cuerpos con el movimiento de las olas. No todos dormiremos tranquilos, pero esto se olvidará pronto cuando lleguemos a nuestro primer destino a la mañana siguiente.

Nos despertamos en una mañana muy ventosa, con nubes bajas suspendidas sobre las montañas. Al entrar en el magnífico Krossfjord tienen lugar las obligatorias sesiones informativas de AECO y la zodiac. El paisaje de Krossfjord está dominado por rocas metamórficas del Proterozoico medio que datan de hace más de mil millones de años. Aunque nuestro primer desembarco de la tarde está previsto en esta zona, tenemos que replanteárnoslo al más puro estilo de expedición, ya que las fortísimas rachas de viento nos impiden bajar las zodiacs y desembarcar del barco. Desde el barco disfrutamos de una hermosa vista sobre Tinayrebreen y después del almuerzo, Juan, nuestro guía de fotografía da una charla introductoria sobre fotografía llena de consejos y trucos. Poco después, los primeros grupos abandonan el barco en zodiacs y se dirigen a nuestro nuevo lugar de desembarco, más protegido. Los que desean una caminata más extenuante se dirigen directamente a la cresta y la rodean. Aquí se encuentran con renos con crías y muchas flores, ya que es la mejor época del año para encontrar saxífraga púrpura y muchas más. El segundo grupo, para una excursión menos agotadora, le sigue de cerca y dispone de más tiempo para contemplar el paisaje y apreciar los detalles más íntimos de la flora y los numerosos musgos y líquenes. El tercer grupo da un paseo por el pintoresco litoral adyacente a la cabaña y se adentra en el escarpado terreno de la parte alta de la costa, con vistas del Krossfjord y las escarpadas montañas al fondo. Después de cenar, realizamos un pintoresco crucero en barco por el Lilliehöökfjorden y el espectacular Lilliehöökbreen, el glaciar situado al final del fiordo. Este gran glaciar es un hermoso espectáculo, con su frente glaciar semicircular de 11 km de ancho (5,5 km en línea recta a través del fiordo). Se calcula que más del 40% del volumen total de hielo del glaciar se ha perdido en un siglo, lo que significa que las aguas por las que navegamos son inexploradas. Después de este dramático y pintoresco punto culminante, damos la vuelta, salimos de Krossfjord y continuamos nuestro viaje hacia el Norte.

Esta mañana, mientras desayunamos, entramos en Virgohamna. Unas nubes bajas se ciernen sobre la bahía, dándole un aire inquietante y tranquilo. El equipo de expedición está en el puente intentando localizar a las Morsas que esperamos ver esta mañana. Otro barco está anclado en la bahía, así que les llamamos por radio para preguntarles cuáles son sus intenciones. Nos confirman que zarparán a las 11 de la mañana y que las Morsas están allí. Desembarcamos todos en las zodiacs a las 09:30, ansiosos no sólo por ver Morsas, sino también la población local de Focas. Las focas comunes no suelen verse tan al norte, pero la costa occidental de Spitsbergen alberga una población separada de la especie. Una rara oportunidad, por tanto, de ver esta especie de foca lejos de su entorno habitual. El agua está preciosa y cristalina cuando nos acercamos a la colonia de focas. Están tumbadas sobre las rocas en el agua, un comportamiento muy común en esta especie. Las crías de foca juegan en el agua y cerca de las zodiacs. Encontramos una Morsa en el agua alimentándose de almejas en el fondo arenoso, de vez en cuando sale a la superficie para tomar aire y luego vuelve a bajar. Pasamos las dos horas siguientes siguiendo la costa observando Charranes articos, Focas comunes y el raramente visto Gran Buceador del Norte El paisaje dramático resuena en el fondo con grandes montañas que se desploman desde el mar y glaciares que rezuman entre las montañas. Conseguimos desembarcar en Smeerenburg, también conocida como la estación ballenera más famosa de Spitsbergen. en esta estación trabajaron 200 hombres hasta finales del siglo XVII. En la década de 1630 operaban en Spitsbergen 250 barcos balleneros que procesaban entre 25 y 750 ballenas al año. Mientras caminamos por la playa podemos ver 10 Morsas machos acurrucados juntos, mientras que 4-5 están en el agua alimentándose en los bajíos. A las 12:50 es hora de volver al barco para comer. Los kayakistas disfrutan de una excelente remada alrededor de la costa y en la bahía de Virgohamna. Vemos los restos de la estación ballenera holandesa del siglo XVII, cuando la bahía se llamaba Houker Bay, y los restos del antiguo hangar de globos. Nos saludan pájaros curiosos mientras rodeamos la bahía hasta llegar a la colonia de focas del puerto. Las focas y sus cachorros se alegran de vernos e incluso se acercan para vernos de cerca. Con el agua cristalina y un paisaje espectacular, no podríamos haber pedido mucho más. Nuestro segundo destino es Indre Norskoya, adonde llegamos a las 16.00 horas. Vestidos hasta los ojos con ropa de abrigo, el personal de la expedición se equipa con sus rifles y prepara las zodiacs para los pasajeros. Nos dirigimos a la parte norte de Indre Norskoya con la esperanza de ver animales salvajes. Nos llega un informe de un avistamiento de oso polar y buscamos un cadáver que ha sido visto en la orilla. Encontramos el cadáver, pero no hay osos cerca. Hasta que, de repente, Babara, nuestro guía de expedición, grita por radio: "¡¡¡Puedo ver dos, potencialmente tres osos en el campo de nieve! Todo el mundo coge rápidamente sus prismáticos y ve a una madre con dos oseznos durmiendo a 400 metros en la colina sobre nosotros. La madre levanta la cabeza de vez en cuando y olfatea el aire para comprobar si hay otros osos en la zona. Todos observamos en silencio en nuestras zodiacs cómo los oseznos se levantan y empiezan a mamar. Es un momento raro y maravilloso ver a una familia de osos polares totalmente en su elemento. Con grandes sonrisas dejamos a la familia de osos polares y volvemos al barco para ver 3 frailecillos en nuestro crucero de vuelta, ¡cómo puede ser mejor! Todo el mundo llena sus estómagos con comida caliente y abundante y los vasos se llenan a medida que la noche comienza mientras nos sentamos en el ancla. ¡Ahora vamos al mar helado!

Hoy el jefe de nuestro equipo de expedición decide adentrarnos en el mar helado en busca de osos polares. El plan inicial era navegar hacia el norte en la zona de las siete islas, pero el viento y el mar agitado no serían muy favorables allí, y el hielo parece haberse derretido considerablemente, lo que hace que el borde del hielo esté mucho más lejos de lo esperado. Así que en su lugar navegamos hacia el oeste de Spitsbergen, donde el borde del hielo está más cerca y a sotavento del archipiélago, lo que debería facilitar la navegación a través del hielo. Tras un delicioso desayuno, todos nos trasladamos a las cubiertas exteriores y al puente para escudriñar el hielo en busca de rastros de focas, gaviotas marfileñas y, por supuesto, el rey del Ártico. El paisaje es impresionante, pero la cantidad de hielo roto amontonado en los témpanos dificulta la búsqueda de osos polares. El capitán y su tripulación están haciendo un gran trabajo navegando por el hielo y el Ortelius está hecho para este tipo de navegación. El jefe de nuestro equipo de expedición, Rinie, está todo el día en la cubierta superior buscando osos y su nivel de concentración es impresionante. Busca sin descanso osos polares en los témpanos de hielo y parece ajeno al frío y a los movimientos del barco. Nuestros invitados se unen a él en esta búsqueda con mucho entusiasmo, a pesar de que ya hemos visto osos ayer. Durante la mañana disfrutamos de una conferencia de Barbara sobre la ecología del hielo marino, donde nos explica los diferentes tipos de hielo que encontramos, cómo se forma y cómo desempeña un papel importante en este ecosistema. Es difícil elegir entre unirse a ella en la sala de conferencias o quedarse fuera, en las cubiertas exteriores, con el hermoso paisaje que se nos ofrece. Por la tarde Rinie nos da una fantástica conferencia sobre los osos polares. Todos estamos hipnotizados por la información que nos proporciona, siempre vinculada a alguna experiencia personal que ha tenido durante las décadas que ha pasado en el Ártico observando a los osos polares. Continuamos nuestro viaje a través del hielo marino durante todo el día, pero no encontramos ningún oso polar. Hay muy pocas focas en los alrededores, lo que tal vez explique por qué no hay osos. Sin embargo, el mero hecho de contemplar este increíble paisaje helado es tan hermoso que nadie lamenta realmente no haber visto un oso. Al final del día, el capitán nos saca del hielo marino hacia un mar ondulado y emprendemos el regreso hacia Spitsbergen para las actividades de mañana.

Es una hermosa mañana cuando Ortelius se adentra en el fiordo Woodfjorden, en Andrée Land. Este fiordo se adentra unos 65 kilómetros en la costa norte y tiene dos ramales laterales en el lado oeste y dos bahías menores en el lado este. El nombre Woodfjorden hace referencia a las grandes cantidades de madera a la deriva que cubren algunas playas. Mientras desayunábamos, nos trasladamos a Jakobsenbukta. Aquí se ofrecían tres excursiones diferentes: corta, media y larga. Independientemente de la aventura que eligiéramos, disfrutamos de la belleza del paisaje, de las vistas del fiordo y de flores como avens de montaña, saxifrage púrpura, campioncillo de musgo, acedera de montaña y campanilla ártica. Incluso encontramos una amapola de Svalbard en flor, ¡la flor nacional de Svalbard! Varias bandadas de ánsares piquicortos sobrevolaban nuestras cabezas. Para los kayakistas, el día empezó muy tranquilo. La mañana en Jakobsenbukta es tranquila y está ligeramente nublada, lo que aumenta la tranquilidad y la belleza del entorno. En esta bahía botamos nuestros kayaks y recorrimos sus orillas. Allí vimos una gran cantidad de Eider comunes y algunos Eider reales mientras remábamos por las aguas cargadas de sedimentos rojos. A mitad de la bahía pudimos remar hasta el tranquilo y poco profundo río que discurría desde el glaciar y navegar por sus numerosos y sinuosos senderos a través del hielo y la grava. De vuelta a bordo, la tripulación nos tenía preparado de nuevo un increíble almuerzo antes de llegar al Liefdefjorden, la tierra de Haakon VII. En el "Fiordo del amor" pudimos elegir entre un crucero en zodiac frente al magnífico Monacobreen o una excursión en Idabukta. El Monacobreen, que lleva el nombre del príncipe Alberto I de Mónaco, es un glaciar de más de 4,5 km de largo. El equipo de cubierta y expedición botó todas las zodiacs para realizar un crucero con un tiempo soleado fantástico, aguas tranquilas y un entorno apacible. Descubrimos muchas gaviotas tridáctilas y charranes árticos alimentándose frente al glaciar y algunos incluso vimos una bonita foca barbuda gorda sobre el hielo. Un pequeño pero entusiasta grupo de excursionistas pisó tierra en Idabukta, frente al Idabreen. Justo al lado del lugar de aterrizaje pudimos observar un macho y una hembra de Lagópodo alpino, nada tímidos, alimentándose de hojas de avens de montaña. Mientras caminábamos por la morrena descubrimos una piedra interesante. La escarcha la había roto en dos partes de forma muy regular. En nuestro magnífico mirador disfrutamos de tres glaciares, incluido el gran Monacobreen, y admiramos las pequeñas flores de saxífraga púrpura, sauce polar y avens de montaña. Los kayakistas de la tarde desembarcamos en Idabukta, las montañas nevadas se alzaban frente a nosotros mientras remábamos por sus frías aguas. Seguimos la orilla entremezclada con hielos glaciares que se habían abierto paso en los bajíos y habían quedado atrapados por la bajada de la marea. Los dos glaciares al otro lado de la bahía eran una vista espectacular y mantuvieron nuestra atención hasta que llegamos a la esquina de la bahía. Al entrar en la bahía, vimos el Idabreen. Este hermoso glaciar brillaba al sol y su tamaño y escala eran dignos de contemplar. De vuelta a bordo, ¡nos esperaba una agradable sorpresa! Carlos y su equipo nos esperaban con una gran barbacoa ártica en la cubierta superior, ¡que se convirtió en una gran FIESTA de baile ártico!

Esta mañana nos recibió un espléndido cielo azul al comenzar el día con nuestro aterrizaje en Ny London. Los excursionistas se dirigieron a la cima de la colina para disfrutar de unas magníficas vistas del glaciar desde la cresta. El grupo mediano disfrutó de un tranquilo paseo por la meseta, explorando los restos de la explotación minera iniciada por Mansfield en 1905, pero abandonada poco después, en 1910. También disfrutamos de la fauna, como un reno solitario, un zorro ártico, así como especies de aves, entre ellas un skua de cola larga . Los kayakistas pasaron la mañana en un crucero en zodiac por la bahía, con un hermoso cielo azul y el sol brillando en la superficie de las tranquilas aguas. Navegamos en kayak hasta Blomstrandhalvoya, más allá de la antigua mina, y continuamos hacia el este entre intrincadas esculturas naturales de hielo glaciar. Mientras rodeábamos la isla, tuvimos tiempo de contemplar el espléndido paisaje, las montañas y los lejanos glaciares. Tuvimos la suerte de ver varias especies de aves, incluido un avistamiento del zambullidor de garganta roja. La costa nos brindó la oportunidad de practicar nuestras habilidades con el kayak mientras navegábamos por arcos y pilares de roca. Mientras navegábamos hacia nuestro destino de la tarde, tuvimos la suerte de encontrarnos con un grupo de tres ballenas azules. Estos magníficos animales habían llegado a Spitsbergen para alimentarse, y se estaban dando un festín de plancton mientras nosotros observábamos atónitos desde el barco. Oír las exhalaciones de esas ballenas azules cuando suben a la superficie a respirar es una experiencia inolvidable. Incluso pudimos ver cómo una de las ballenas mostraba la aleta caudal al sumergirse, algo muy poco frecuente en esta especie. Algunos valientes participaron en la inmersión polar por la tarde, mientras el resto de los pasajeros se unían a la diversión animándoles desde las cubiertas superiores. Hubo de todos los estilos: zambullidas, saltos y volteretas; bikinis, un traje de neopreno e incluso un nadador desnudo Una gran ovación y una toalla caliente dieron la bienvenida a bordo a los zambullidores polares.

La mañana empezó floja. Nuestra jefa de expedición, Rinie, no nos despertó hasta las 7:45. Ortelius navegaba por la costa occidental de Prince Karl Foreland. El tiempo estaba un poco nublado, pero muy tranquilo. Algunos de nosotros tomábamos el café de la mañana de pie en la cubierta exterior y en la proa. Después de la fantástica observación de Rorcuales azules de ayer en Kingsfjord, por supuesto esperábamos avistar algunos más de estos gigantes del mar, pero la madre naturaleza decidió ocultarlos para otra persona. A las 10 de la mañana, Laura, nuestra guía, nos dio una conferencia titulada "Nuevas perspectivas sobre sostenibilidad", en la que abordó muchos de los problemas y retos a los que se enfrenta la humanidad en la actualidad. Nos hizo reflexionar mucho. A su conferencia le siguió otra muy interesante. Hella, nuestra guía de kayak, dio una charla sobre las ballenas con información más detallada sobre las Rorcual azules, ya que lleva muchos años trabajando con estas criaturas. Ortelius entró en Isfjord y se dirigió al lugar de nuestra actividad de la tarde: el pueblo minero ruso abandonado de Coalsbay, situado en la costa de Colesbukta. Después de las 14:00 empezamos el procedimiento de desembarco. Cuando todo el mundo estaba en tierra, nos dividimos en 3 grupos y comenzamos nuestras caminatas. Los excursionistas largos y los medianos se dirigieron al valle habitado por cientos de Renos. Aunque caminar por la tundra no era fácil y consumía bastante energía, los excursionistas consiguieron hacer un bucle bastante grande e incluso llegar a la costa de un lago de agua dulce. El camino de vuelta al barco fue hermoso, pero agotador. Pudimos ver el asentamiento abandonado de Colesbukta a medida que nos acercábamos con nuestros kayaks. Mientras remábamos junto a los muelles en ruinas, ahora sólo habitados por las aves, pudimos ver una pareja de gaviotas glacé en un nido, cuidando a dos polluelos. Continuamos para no molestarles y pasamos junto a barnaclas cariblancas y eiders, hasta que llegamos al delta, donde el agua glaciar se encuentra con la bahía. Aquí jugamos en los canales hasta que no pudimos ir más lejos, así que volvimos a la bahía y continuamos rodeando sus orillas. A nuestro grupo se unió una curiosa foca que estaba tan interesada en nosotros como nosotros en ella. La siguiente escala fue otro torrente glaciar por el que navegamos desde las turbulentas aguas de la entrada hasta las tranquilas aguas del fondo. Una increíble remada de 2 horas con abundancia de vida salvaje y un buen recorrido de 3,5 km alrededor de la bahía fue una forma excelente de pasar nuestra última tarde. De vuelta a bordo, tomamos una copa de champán de despedida con nuestro capitán. Juan, nuestro guía de expedición y fotógrafo, nos mostró el resultado de su trabajo durante el viaje: una presentación de diapositivas muy bonita con los momentos más destacados de nuestro maravilloso crucero. Durante la cena, Carlos, nuestro director de hotel, nos presentó a todos sus colegas de la cocina, el restaurante y también a todos los miembros del equipo de limpieza. Todos ellos merecen un aplauso y respeto. La última noche a bordo del Ortelius. No puedo creer que mañana tengamos que volver a casa.

Por desgracia, todo viaje llega a su fin. El desembarco comienza temprano, para algunos a medianoche, ya que algunos compañeros de viaje tienen reservado el vuelo de las 2:30 de la madrugada. El resto nos vamos por la mañana. El Ortelius está atracado en el muelle. La tripulación se encarga de nuestro equipaje, así que sólo nos queda despedirnos de nuestros nuevos amigos, de nuestros compañeros de viaje y de todas las caras acogedoras del Ortelius que tan bien conocemos. A algunos de nosotros nos quedarán algunos días en Svalbard o en la Noruega continental, mientras que otros tendrán que volver al trabajo al regresar a casa. En cualquier caso, todos nos llevamos a casa grandes recuerdos, miles de fotografías y nuevos amigos. El Ártico es una parte increíble y única de nuestro planeta y estamos agradecidos por haber tenido la oportunidad de observar y empaparnos de este entorno prístino y frágil Gracias a todos por acompañarnos en esta extraordinaria aventura, por vuestra gran compañía, buen humor y entusiasmo. En nombre de Oceanwide Expeditions, el Capitán Mika Appel, la Jefa de Expedición Rinie van Meurs, el Director del Hotel Carlos Fernández Gomora y toda la tripulación y el personal, ¡ha sido un placer viajar con ustedes!