OTL14-22, diario de viaje, Groenlandia Oriental Scoresby Sund - Basecamp

¡Hoy es el día! Nuestra tan esperada aventura ártica está a punto de comenzar (¡unos cuantos años de espera para algunos de nosotros!). Nuestra historia comienza en Akureyri, la segunda ciudad más grande de Islandia, donde embarcamos en el M/V Ortelius, el buque que será nuestro hogar durante los próximos ocho días. ¿Qué veremos en nuestro viaje? Por el momento sólo podemos hacer conjeturas, pero las sonrisas de los huéspedes a su llegada demuestran la emoción que todos sienten.

Hace un día precioso junto al muelle, se han visto ballenas en el fiordo y a las 16:00 llegan los invitados listos para embarcar en nuestro épico viaje. El personal de la expedición nos espera en el muelle para darnos la bienvenida y guiarnos hasta la recepción para el check-in. Ahora tenemos un poco de tiempo para instalarnos y orientarnos a bordo del buque mientras el equipo del puente se prepara para que el barco zarpe del muelle. Con todo el mundo a bordo, nos llaman a la sala de conferencias para asistir a la primera de nuestras sesiones informativas obligatorias: una sesión informativa sobre la seguridad del barco a cargo del oficial jefe Mickael y las normas de la casa a cargo del subdirector del hotel Stephen. Una vez terminadas las sesiones informativas, participamos en un simulacro de abandono del buque y nos reunimos en nuestros puestos de reunión designados al sonar la alarma. Todos nos ponemos los chalecos salvavidas y seguimos a Vladimir y Stephen a los puntos de reunión cercanos a los botes salvavidas. Como hemos realizado el simulacro, estamos listos para partir.

Esperamos la salida de otro crucero antes de que nos toque zarpar y dirigirnos a nuestra aventura. Después de la cena, el capitán Per se presenta y da la bienvenida a todos. Nuestro jefe de expedición, Jan, nos da la bienvenida a bordo, y llegamos a conocer a todos los guías de la expedición y al equipo de kayak. Todos disfrutamos levantando una copa de nuestra bebida elegida para celebrar el comienzo del viaje. Nos espera una deliciosa cena buffet con una gran variedad de platos preparados por el jefe de cocina Heinz y su equipo de cocina, servidos por nuestro amable personal de comedor. Después tenemos tiempo libre para explorar el barco y pasear por las cubiertas.

Algunos disfrutamos un poco más del aire fresco y muy ventoso en las cubiertas exteriores, otros toman una taza de té o una copa en el bar, conociendo a nuestros compañeros de viaje. El sol se pone con hermosos colores que van del rosa al naranja y por el otro lado empieza a salir la luna. Esta noche aparece grande y roja. Antes de que la mayoría nos retiremos a nuestros camarotes a descansar, oímos la voz de Jan a través de los altavoces. Tenemos auroras boreales - ¡mientras cruzamos el círculo polar ártico! Las luces bailan mágicamente en el cielo nocturno. Todavía hay algo de luz en el horizonte y no podemos dejar de mirar. Qué momento tan increíble y qué maravilloso comienzo de nuestro crucero.

Nos despertamos con un día maravilloso, soleado pero con mucha niebla. Estamos cruzando el estrecho de Dinamarca en dirección a Groenlandia y el mar está en calma. Esperamos ver ballenas pero la niebla lo hace muy difícil. Justo después del desayuno recogemos las botas de goma que conservaremos durante todo el viaje para nuestros cruceros y desembarcos en zodiac. Justo antes de dirigirnos a la reunión de la AECO, Jan anuncia que tenemos soplos de ballenas frente a nosotros, y vemos un rorcual común cruzar justo delante de la proa, y una ballena jorobada aleteando. Más lejos detectamos algunos soplidos más al pasar por un monte submarino, pero están demasiado lejos para identificar la especie.

Luego llega la hora de las reuniones obligatorias: AECO, seguridad de los osos polares y operaciones en zodiac, y para los que quisieran navegar en kayak, Zet y David les dieron también una breve sesión informativa. Nos lleva el resto de la mañana pasar por todas ellas.

Después de un delicioso almuerzo tenemos la opción de asistir a dos conferencias simultáneas sobre fotografía, una en alemán a cargo de Katja, y otra en inglés a cargo de Werner. Más tarde asistimos a dos conferencias simultáneas sobre ballenas, una en alemán por Ursula y otra en inglés por Pierre. Un poco más tarde asistimos a la primera recapitulación del viaje donde Jan nos da información sobre las actividades para el día siguiente, así como sobre cómo se van a desarrollar las operaciones en kayak.

Antes de cenar nos invitan a ir a la cubierta exterior porque nos acercamos a nuestro primer gran iceberg, y a medida que lo pasamos empieza a rodar de forma impresionante. Después de cenar presenciamos otra magnífica salida de la luna, sigue siendo luna llena y la luna tiene un fuerte color naranja. Y justo antes de irnos a la cama Jan anuncia que tenemos auroras boreales de nuevo, así que todos salimos a las cubiertas exteriores donde presenciamos colores y formas increíbles en la oscuridad.

Y el tic-tac de nuestra lista de deseos continúa. Pero no como esperábamos, no nos despertamos en mitad de la noche para ver auroras boreales. En su lugar, la llamada de Jan nos despierta 15 minutos antes de lo previsto y la razón es buena. Avistamos un oso polar en la ladera de una montaña a la entrada de Vikingebugt. Todo el mundo se apresura a salir a cubierta, ya que nunca se sabe cuánto tiempo permanecerá un animal a la vista. Pero el oso, que parece estar bien alimentado, camina tranquilamente por una zona llana e incluso se tumba algunas veces. Luego, y para nuestra gran sorpresa, baja por la empinada ladera rocosa. Lo cual ya es impresionante de por sí. Al llegar a la playa, la belleza del Ártico entra en el agua y se aleja nadando.

Para los que se quedan al acecho resulta todo un reto seguir la trayectoria del oso, ya que sólo queda visible una pequeña parte de su cabeza. Al final lo perdemos de vista y nos preguntamos si es el mismo oso que vimos en el último crucero ¿Se habrá metido en el agua para refrescarse, para cambiar de lugar o porque ha olido una foca en alguna parte? ¿O se habrá marchado al entrar? Nunca lo sabremos, ya que durante nuestros viajes sólo podemos abrir una pequeña ventana a la vida de los animales y del Ártico. Algunos pensamos lo estupendo que sería pasar más tiempo en los lugares para observar cómo viven y se comportan estos animales a lo largo del tiempo. Sin embargo, la mayoría se conforma con continuar el viaje más tarde.

Tras el desayuno, iniciamos nuestro crucero en zodiac en la escarpada ladera del lado oeste de la bahía. Lo que a primera vista parece árido y aburrido resulta ser un viaje fascinante al pasado geológico de Groenlandia. Hermosas columnas de basalto quedan expuestas en todas direcciones y, de cara a la superficie, incluso dejan al descubierto su perfecta forma hexagonal. Atravesamos lentamente placas de hielo marino que se forman con el frío y dejan al descubierto sus típicas formas de tortita. Por último, pero no por ello menos importante, rodeamos icebergs de formas y tamaños diversos, lo que convierte el crucero en una experiencia fascinante y muy variada.

Una vez que todo el mundo está de vuelta a bordo, levamos anclas y abandonamos este hermoso lugar de geología y glaciología. Desde lejos pronto pudimos ver un denso banco de niebla a lo largo de la costa a la que nos dirigíamos. El plan A era desembarcar en la isla de Dinamarca Ø para visitar los restos de las casas de invierno del pueblo Thule. Pero la niebla es demasiado densa para ir a tierra. En dirección oeste hacia el Gåsefjord, la niebla se despeja y se divisa un posible lugar para desembarcar. Inmediatamente se bajan las zodiacs, el equipo de expedición desembarca en la playa y nuestros invitados vuelven a ponerse la ropa de exterior. Poco después nos enteramos de que el plan B tampoco funcionaba porque la niebla había vuelto.

Como todos los puntos de aterrizaje alternativos de la zona también están cubiertos por la niebla, es necesario un plan C. Poco después de los dulces de la tarde, Jan presenta con gran profundidad explicaciones históricas y modernas de por qué y dónde se desarrollan las auroras boreales. Mientras la gente de Groenlandia creía que eran causadas por inuit fallecidos o niños nonatos que jugaban con un cráneo de morsa, otros pensaban que eran señales de que algo malo iba a ocurrir. Hoy sabemos que las auroras polares se deben a la actividad de las manchas solares que esparcen partículas eléctricas por el espacio. Cuando éstas se encuentran con el campo magnético de nuestro planeta, son redirigidas hacia el polo norte y el polo sur creando el fenómeno único y durante mucho tiempo inexplicable. Mientras tanto, el Ortelius atraviesa Dinamarca Ø hacia el fiordo Fønfjord, enmarcado por altas y escarpadas montañas.

Pasamos la noche fondeados cerca de Røde Ø, la isla roja. Debe su nombre a la arenisca roja que compone la isla. Esta roca sedimentaria se depositó hace entre 360 y 300 millones de años, cuando el clima de Groenlandia era cálido y árido. Esta mañana, sin embargo, nada era cálido ni seco. Por el contrario, lloviznaba cuando subimos a las zodiacs para realizar un crucero en zodiac por Røde Ø y el callejón de icebergs. No muy lejos del barco nos saludaron los primeros gigantes blanquiazules. Cada vez más lejos, nos adentramos en el laberinto y las formas de los icebergs se hacían más fantásticas por momentos. Vimos una cueva gigante, rayas azul oscuro, marcas de ondulaciones y, a veces, partes de hielo completamente lisas junto a fracturas frescas y afiladas. De vez en cuando oíamos un ruido sordo que nos indicaba que otro trozo de hielo se había desprendido de un iceberg.

Finalmente llegamos a Røde Ø, donde desembarcamos en una pequeña bahía. Una corta subida a la cresta nos condujo a un espectacular mirador sobre el cementerio de icebergs. El estrecho hueco entre la isla y la costa actúa como barrera, atrapando todos los icebergs que ha descargado el glaciar Vestfjord. El blanco y el turquesa de los icebergs contrastaban muy bien con el naranja del abedul polar y el amarillo de los sauces polares. Fue duro abandonar este lugar tan especial, pero tras el desembarco navegamos por el callejón de icebergs de vuelta al barco. Un iceberg azul claro y profundo cerca del barco hizo necesaria otra parada. La ausencia de burbujas y el alto contenido de sedimentos sugerían que este hielo procede de la parte más profunda del glaciar, donde la alta presión hace desaparecer las burbujas de gas.

Después de comer bajamos a tierra para dar un paseo por la tundra. Los excursionistas largos hicieron una caminata muy larga y fueron recompensados con la vista de varios bueyes almizcleros. Los demás grupos tuvieron que conformarse con la lana de buey almizclero y sus excrementos. Pero las vistas sobre la bahía llena de icebergs con un Ortelius en miniatura lo compensaron. En la tundra predominaban los colores amarillo, naranja y marrón, que nos hablaban del otoño y de la llegada del invierno. Lloviznaba ligeramente, pero eso no impidió a nadie disfrutar de sus caminatas.

Un corto paseo en zodiac nos devolvió al barco. Justo a tiempo para la recapitulación, en la que Katja habló de los icebergs y Charlotte profundizó en las heces árticas. Mientras tanto, íbamos viendo icebergs cada vez más bonitos a medida que el Ortelius se adentraba en Rødefjord, donde pasaríamos la noche.

Nos despertamos con las vistas más hermosas mientras bajábamos por el fiordo hacia nuestro lugar de desembarco: Jytte Havn. Las montañas estaban cubiertas de una ligera capa de nieve y algunos icebergs enormes dominaban la gran abertura del fiordo. Todo el mundo estaba en cubierta con las cámaras a los ojos intentando capturar el espectacular paisaje.

Una vez que el Equipo de Expedición exploró la zona con seguridad, los excursionistas largos, seguidos de los medianos y los tranquilos, desembarcaron para comenzar sus caminatas. Los pequeños lagos y charcas nos hicieron fotos preciosas con los reflejos de las montañas agraciándonos con su presencia. Algunos castores decidieron hacer la zambullida polar, una experiencia que no olvidaremos al zambullirnos en el agua helada

Después de un delicioso almuerzo, el barco pasó junto a más icebergs enormes, uno de 900 metros de largo Desembarcamos en la isla de Rune (Ingmikertikajik) y nos sorprendió gratamente la presencia de varias Liebres árticas alimentándose de Saxifrage púrpura. Nuestro paseo nos llevó por casas de invierno de 300 años de antigüedad construidas por el pueblo Thule, donde vivieron durante cientos de años durante el invierno. La isla era absolutamente impresionante y la luz del atardecer le daba un cálido color rojizo.

De vuelta a bordo, Jan nos informó de los planes diarios para mañana y nos anunció una cena en el Ártico: ¡una barbacoa! Fue en la cubierta del timón, con música a todo volumen, salchichas chisporroteando y vino a raudales Nos atiborramos del sabroso buffet y no pudimos evitar mover los pies en la pista de baile. Vaya día. Para poner la guinda al pastel, Jan nos despertó a medianoche para informarnos de la aurora boreal Y eran las mejores que habíamos visto en toda la semana, con icebergs en primer plano.

Era uno de esos días de otoño tranquilos y sosegados en los que el sol sigue dando calor, pero al mismo tiempo está claro que esto se acerca al final. La mañana empezó para nosotros a las 7:15, cuando Jan, el Jefe de Expedición, nos despertó con su despertador por megafonía. El Ortelius estaba a punto de echar el ancla frente a Ittoqqortoormit, uno de los asentamientos más desolados del planeta y el único pueblo vivo del este de Groenlandia.

El sol, viejo y perezoso, colgaba bajo sobre el horizonte y se cernía sobre el asentamiento. Parecía cansado y en cierto modo intentaba decirnos: "¡Por favor, déjame dormir!" Pronto, querido Sol, muy pronto tendrás varios meses de tranquilidad y sueño bajo el horizonte. La Aurora Boreal tomará tu turno durante la Noche Polar. Espera un poco más y danos algo más de tu luz. Ni el más mínimo viento perturbaba la superficie del mar. Nada podía predecir los problemas. (Y ningún problema ocurrió después, es sólo una expresión figurada.) El Equipo de Expedición había puesto varias "Zodiacs" en el agua y cuando estuvimos listos para partir, empezaron a llevarnos a la orilla.

Ittoqqortoormiit resultó ser un pueblo muy pequeño poblado por poco más de 300 personas. La mayoría eran nativos, pero también vivían algunos daneses. Los lugareños no eran muy comunicativos, sólo pudimos verlos ir y volver a toda velocidad en sus vehículos FWD. Tuvimos la oportunidad de visitar el museo que estaba situado en un pequeño edificio no muy lejos del lugar del desembarco. Dentro había diferentes artículos y elementos de ropa inuit y muchas fotografías que representaban a los inuits, su vida y sus actividades.

También había una iglesia. Un edificio muy pequeño, muy limpio y acogedor. Dentro había una mujer hilando la lana de Buey almizclero y vendiendo mitones y gorros que había tejido antes de nuestra llegada. Estábamos disfrutando del soleado día paseando arriba y abajo por las calles del asentamiento y grandes cuervos negros nos observaban sentados en cada farola. El Ortelius estaba anclado a unos cables de la orilla, por lo que podíamos oír el ruido de su motor entremezclándose con los sonidos del pueblo. Y al fondo podíamos ver grandes icebergs alejándose de Scoresbysund.

Muy cerca del embarcadero, junto al río, había atada una jauría de perros Husky. Eran perros de trabajo, así que nos habían dado instrucciones de no darles de comer ni acariciarlos. Bueno, en cualquier caso habría sido todo un reto, porque los perros eran apestosos y agresivos, así que ninguno de nosotros se atrevería a acercarse a ellos. Sin embargo, a las 11:30 era la hora de darles de comer, así que uno de los lugareños se acercó con comida para perros y se la dio a los huskies. Al mismo tiempo se acercaba la hora de comer, así que a mediodía todos abandonamos Ittoqqortoormiit y nos llevaron de vuelta a bordo del Ortelius.

Por la tarde, tras un par de horas de navegación, Ortelius echó el ancla en Kap Steward. Esa fue la zona de nuestra actividad vespertina. Nos llevaron a la orilla, donde nos dividimos en varios grupos. La idea era adentrarnos en la tundra para disfrutar de la naturaleza e intentar avistar algún animal salvaje, como el buey almizclero. Los excursionistas más largos fueron los primeros en avistar estos enormes animales. Los demás excursionistas fueron informados por radio y tras media hora de caminata por la suave tundra se unieron a la observación. Los bueyes almizcleros estaban bastante lejos, pero no podíamos acercarnos más, porque en esta época del año estos animales son muy nerviosos y pueden ser agresivos y peligrosos. Aunque era posible verlos en detalle con prismáticos. Algún tiempo después tuvimos que dirigirnos hacia el lado del desembarco. La verdad es que fue un poco agotador, porque caminar sobre la suave alfombra de la tundra consume mucha energía, ¡pero mereció totalmente la pena!

De vuelta a bordo, tuvimos una recapitulación diaria en el bar seguida de la cena, pero ahí no acabó el día, porque cuando oscureció tuvimos otra oportunidad de ver la aurora boreal. ¡Un día maravilloso!

Esta mañana Jan, nuestro fantástico jefe de expedición, nos despertó antes de lo habitual porque sus ojos de águila habían avistado un Oso polar A las 07:15, con los ojos somnolientos, subimos a cubierta para ver no uno, sino dos osos en tierra El paisaje era espectacular, con las montañas rojas de 1.000 metros reflejándose maravillosamente en el océano cristalino. Todos estábamos ansiosos, así que desayunamos y nos preparamos para ir a ver este fiordo inexplorado El primer oso nos asombró con su presencia, sentado y mirándonos a la luz del sol. El hielo marino recién formado brillaba a la luz del sol, al mismo tiempo que observábamos al segundo Oso polar durmiendo en una península. Observamos desde las zodiacs cómo el oso nos miraba de vez en cuando. Pasamos el resto de la mañana observando grupos de Foca pías que espiaban, fuentes termales que brotaban del suelo y esqueletos de Narval esparcidos por la orilla, prueba de que los inuit habían estado cazando aquí hace algún tiempo.

Tras un delicioso almuerzo, el barco zarpó hacia el fiordo de Kangertiva para visitar el glaciar. Nos rodeaban icebergs gigantescos; nuestro guía nos condujo con cuidado a su alrededor y, manteniendo la distancia, observamos cómo las mejores obras de arte de la naturaleza caían en picado desde el agua. Mientras nos adentrábamos en el fiordo, avistamos otro Oso polar a 50 metros del barco nadando en el agua. Nos acercamos al lugar donde había aterrizado y contemplamos asombrados cómo escalaba la escarpada montaña hasta la meseta. Hacía frío por la tarde, pero sentíamos una gran satisfacción por la semana que acabábamos de pasar. Este lugar se siente tan frágil y nos dio una sensación de vulnerabilidad, ¡un lugar para no olvidar!

Hacia las 18.00, era hora de volver al barco. Hicimos las últimas fotos del iceberg número 500 que habíamos visto y subimos a bordo para tomar una taza de té caliente. Poco después recapitulamos los planes diarios de Jan, la interesante charla de Annina sobre los líquenes y, por supuesto, otra sabrosa cena del equipo de Heinz

Jan nos despierta hoy media hora más tarde, ya que estamos cruzando el estrecho de Danmark de camino de Groenlandia a Islandia, de vuelta al lugar donde empezó todo. Tomamos un agradable desayuno y después llevamos nuestras fieles botas de goma a la sala de conferencias.

Es hora de asistir a una serie de conferencias. La primera la presenta nuestro jefe de expedición, Jan, y se titula La historia humana de Groenlandia. Katja hace la interpretación simultánea del inglés al alemán. A las 11 de la mañana, Annina da una conferencia en inglés sobre La vida al borde del hielo - Ecología del hielo marino. Al mismo tiempo, Ursula da una conferencia en alemán sobre los osos polares. Las conferencias se ven interrumpidas de repente por el anuncio de Katja de que hemos avistado un Rorcual aliblanco, una gran manada de Delfines de hocico blanco y, finalmente, varias manadas de Calderones escoltando a Ortelius durante un buen rato, lo que pospone el final de las conferencias.

Después de comer pasamos muy cerca de la roca más septentrional perteneciente a Islandia, llamada Kolbeinsey. Este pedazo de roca da derecho a Islandia a reclamar amplias aguas territoriales.

A continuación, asistimos a la misma serie de conferencias de Ursula y Annina, pero en idiomas inversos. La mayoría de los pasajeros deciden pasar el tiempo después de las conferencias contemplando la costa islandesa que aparece ante nuestros ojos y tomando unas copas en el bar.

A las 18.15 nos reunimos todos en el bar para tomar el cóctel de despedida del capitán, donde celebramos el éxito de la expedición. A continuación, Werner nos muestra la presentación de diapositivas que ha preparado y todos nos emocionamos al ver las hermosas fotos y recuerdos que hemos recogido durante este viaje inolvidable.

Por desgracia, todo viaje llega a su fin, y llegamos a Akureyri de madrugada. Durante nuestro último desayuno, la tripulación y el personal de expedición se ocupan de nuestro equipaje. Desembarcamos y sólo nos queda despedirnos de nuestros nuevos amigos, compañeros de viaje y de todas las caras acogedoras del Ortelius que tan bien conocemos. El Ortelius descansa junto al muelle, así que nos hacemos unas últimas fotos antes de despedirnos del personal de la expedición. A algunos de nosotros nos quedarán algunos días Islandia otros tendrán que volver al trabajo al regresar a casa. Sea como sea, todos nos llevamos a casa grandes recuerdos, miles de fotografías y nuevos amigos. El Ártico es una parte increíble y única de nuestro planeta, ¡y estamos agradecidos de haber tenido la oportunidad de observar y empaparnos de este entorno prístino y frágil!